Monólogo, Espiral

“Las llamas gritan y gritan mi nombre, la multitud baila sobre mi tumba, pisotean mis restos y con ellos mis lúgubres recuerdos. Llévame, ten compasión de esta miserable mortal que va a escalas a la decadencia, porque cada paso que doy es una piedra golpeando mis doloridos pies. No me entiendas, es solo el dolor que se ahoga en mi interior.

Hades, de mi apiádate, llévame a la lava que carcome y calcina tus restos, porque me pesa mi propio rostro, me pesan mis lágrimas, la melancolía me invade, perdida en el fango del panteón de mis pensamientos, huyendo de mi destino maldito, buscando una llanura para saltar al vacío y encontrar una esperanza mientras el mundo se destruye entre sí.

Cuan grande e inolvidable quisiera ser, pero solo soy una mas del montón, una que nadie jamás recordara.

Por eso te lo pido, Dios del inframundo, líbrame de este cuerpo mortal, para ir al desenlace de mi descanso, derrítelo como el hierro bajo una fuerte tormenta de calor de la que no pueda escapar.

Porque morir ahogada, quemada, crucificada sería poco a comparación del mundo de desgracias en el que vivo, y existo.

Humilde y contrita, busco la furia del destino para deshacer mis pasos del pasado, presente y futuro, para que nada de lo que alberge en mí alma me carcoma a pedazos.

¡Tambores, llamas, llanto, gritos! ¡Basta, mi cabeza revienta!

 Porque al final, solo basura soy, destruida en un mundo temporal, recorro mi mundo de desgracias rumbo a la destrucción de mi propia alma delante de mi ser, para cosechar el miedo y el terror.

Soy la mujer caída, mi inocencia ha huido, y una maldita tortura encadena mi alma.

Gritan y gritan, las voces de mi mente. ¡me atormentan!

Más allá del cielo, está el eco de mi propia voz insoportable y me quema mi propia alma, y desaparece de mí todo lo que existe.

 Llévame al otro mundo, uno sin cuerpo, sin alma, dónde no vea, dónde no sienta, dónde sea la nada en el universo, y mi presencia sea el simple vacío.

Hazme tan estéril e inhumana que hasta los propios gusanos me extrañen.

Conviérteme en el humo de las llamas del inframundo, esas que se van evaporando en el espacio, dejando solo mi ausencia y los restos de lo que alguna vez fui.

Mis pensamientos son una espiral, centro de atracciones y operaciones interminables de una voz sin sentido, eyaculo palabras en desorden para impregnar la vida de algún resto delirante que tenga un alma en pena, es cierto, me balanceo en una tribuna binaria de posesiones inicuas.

¡Nunca podré llenar mis delirios!

 Camino cubierta de pantano, ensuciándome el alma, destruyendo lo que soy para reconstruir un nuevo templo en mi espíritu.

Tantas cicatrices que aún no borro de mis pensamientos, que atormentan mi destino, recorro de nuevo mis caminos en busca de aquella inspiración acertada, y vuelvo a fracasar.

Me paro firme, afilo mis dientes, abro mi boca y rujo como pantera negra surgiendo de las llamas, de los mares, de las nubes, siempre más y más fuerte, voy atacando a mis presas en completo silencio, partiendo el mundo en dos, en el pasado y en el ahora, Oh Hades, ¡Oh! dios del inframundo, he llevado a cuestas mis propias decadencias vividas, llena de osadía para jamás volverme a rendir.

Oh dame la fuerza de miles de caballos para superarme, las sirenas cantan alabanzas en el nacimiento de mi nueva alma, una en la que no hay temor, una en la que solo existe la venganza y la furia, impongo justicia en mi nombre y en el nombre de los míos.

Salgo de mi pocilga y corro hacia adelante con la fuerza indestructible, con un poder sobrehumano, ofreciendo mi alma, en nombre de mis plegarias ya no existe puñal que mi sangre pueda derramar, me has susurrado al oído el cumplimiento de mis peticiones, convirtiéndote en mi supremo, en mi Ángel y demonio, una locura que todo lo cura.

AUTOR: YURANY GARCÍA MOLINA (COLOMBIA)
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