Recomendamos leer antes EP. 1 – Parte 2 La Morgue
Relatos Cortos de Zombies que Sueñan
EP. 1 – Parte 3
El Paciente Cero
Debo morir. Esto tiene que acabar y acabará hoy.
Sé que nuestra hija no tiene la culpa de esto, pero morirá también, y todo sucederá no antes de que tú hayas muerto, maldito.
Te amé con la intensidad de las estrellas que estremecen el universo, ví la vida a través de tus pupilas y admiré tus ideas tanto como tus palabras.
Soñé con tus sueños, viví para verte feliz, caminé por el camino que elegiste y fuí también durante mucho tiempo feliz contigo.
Nuestro anhelo se hizo carne en mi vientre y se alimentó de todo el amor que puede brotar de dos corazones felices, sus latidos alegraron nuestros días y los llenaron de esperanzas, fue magia. Pero la magia es en esencia un truco y entonces, sin piedad y sin preverlo, todo cambió.
Un triste día lo supimos; era ella o era yo, solo una de nosotras llegaría al final del camino e inevitablemente tomaría todo de la otra en el proceso. Lo acepté sin dudarlo un instante, mi corazón estuvo listo y mi decisión fue inmediata.
Debiste aceptarlo también, no estoy segura acerca de lo que te cegó, tú dirás que fue tu amor por nosotras, pero yo vi en tu mirada el deseo de tomar la gran oportunidad de tu carrera; curarnos y triunfar más allá de lo que planeabas. De haberte amado un poco menos lo habría impedido, pero tus palabras eran ley para mi corazón.
Y así fue.
Al principio fueron las migrañas, la sensación de bombardeo en mi cerebro, los pequeños olvidos de cosas simples como si desayuné o si apagué la TV. Para ti era normal, debía ser así el proceso de reajuste químico y físico en mí, ese era mi cuerpo ( y tu creación) luchando contra la enfermedad, decías.
Pero pronto perdiste el control y el caos se apoderó de mí, los episodios de ira incontrolable, las violentas convulsiones y la pérdida de conocimiento en estado activo dieron muestra de un tratamiento fallido que amenazaba con destruir a tu esposa y a tu hija no nata, tu solución: aumentar la dosis.
Durante un corto período de tiempo todo pareció ir bien: el embarazo se llevó a término y pude abrazar a mi niña, en el transcurso de algunas semanas la felicidad de ese ángel me hizo olvidar la verdad que escondida me llevó hasta ese momento, esa no era yo besando a mi bebé y esa no era la bebé que yo había engendrado 9 meses atrás. Algo había cambiado en el camino, algo había salido muy mal y ese algo al igual que mi niña quería nacer, pero con deseos de venir al mundo a quemarlo desde sus cimientos.
No hay manera de retroceder y no estoy segura de querer hacerlo, en los momentos en que puedo diferenciar la realidad de la pesadilla sé que debo terminar con todo, soy un monstruo esperando ser libre, soy el virus adueñándose poco a poco de su huésped, soy la muerte tocando a la puerta de la poca cordura que me queda.
Estoy sumida en una profunda oscuridad (de la cual aún no he tocado fondo) en donde habitan bestias espantosas sedientas de carne y sangre, a veces, en mis noches más negras, las he dejado vagar libres como maldiciones errantes, y he hecho mucho daño.
Sabías lo que podría pasar y callaste, pudiste detener esta locura y continuaste, me viste convertirme en éste monstruo y apostaste por una luz que ya no había en mí, me dejaste vivir en esta muerte lenta y nos condenaste a todos. Hoy haré lo que tú debiste hacer y no hiciste por cobarde.
Hoy acabaré con esta aberración y tú irás primero.
¡¡¡Salta ya!!!
Hay un eco en tu voz, me cuesta mucho trabajo entender lo que dices en medio del bullicio que me rodea, ¡Amor de madre?!!! ¡Púdrete, maldito!! Es ese amor el que me mueve, es mi corazón que aunque ya no late no permitirá que éste ángel sufra el destino que escribiste para ella, nunca.
Tú creaste al monstruo que ahora tienes al frente, si no tuviste el valor de detenerlo cuando tuviste oportunidad, te obligare a hacerlo en este instante.
Del autor: Desde el balcón del 5° piso del edificio Orfeo 1, una mujer llamada Rachel Tsoura con su hija en brazos se ha lanzado al vacío.
Un hombre cae también intentando protegerlas.
Invisible e irreconocible en medio del desastre de vidrios rotos, una ampolla quebrada ha dejado de contener lo que debía contener. La multitud chismosa que desprevenida rodea la escena aun no lo sabe, pero ya están muertos. Las bestias al fin verán la luz.
AUTOR: J. ANDRÉS MERCHAN (COLOMBIA)
© DERECHOS RESERVADOS AUTOR (A)
RELATOS CORTOS DE ZOMBIES QUE SUEÑAN
CONTINUARÁ CON EP. 2
EN EL CAMINO

Nací en Río de Oro -Cesar- en 1981, a 10.300 kilómetros y casi 2.500 años después de donde y cuando debería, crecí en el seno de una familia numerosa y muy unida, inclinado al arte desde joven, he encontrado en la música y la escritura una ventana de oportunidad para librarme del peso de las extraordinarias tonterías llevadas a cabo en una vida llena de alegrías y derrotas. Fui asesinado a principios de 2015 y vuelto a la vida en agosto del mismo año, tiempo aprovechado para componer un par de canciones y escribir unos cuantos versos para añadir a un buen compendio que estoy casi seguro de que al menos a mi madre le gusta.
Relatos cortos de zombies que sueñan es una crítica a la visión cerrada del mundo, son narraciones que cambian su significado y contexto depende de la perspectiva del lector, es una invitación a leer dos veces el mismo escrito y entenderlo de dos maneras diferentes.
Es un engaño disfrazado de libro.