El Viejo

Sentado en aquella banca alimentando a las palomas,
Siempre se veía a aquel viejo desde muy tempranas horas.
Con sus anteojos oscuros, y su sombrero de fieltro,
Así pasaba los días viviendo de sus recuerdos.
Un raído traje de lino con tirantes ajustado,
Un corbatín desteñido siempre a su cuello amarrado.
Un bastón de fino cedro y empuñadura de oro,
Era su fiel compañero, también su único tesoro.
Había sido un gran señor con dinero y propiedades,
Con acciones en el club e importantes amistades.
De muy solvente familia de apellido y abolengo,
Pero por malos negocios todo terminó perdiendo.
Su esposa grandes fortunas gastaba en ropa y belleza,
Pero al quedar sin dinero se murió por la tristeza.
Sus hijos profesionales y con cargos importantes,
Haber invertido mal no pudieron perdonarle.
Por el pueblo no volvieron ni siquiera a visitarlo,
Solo el hijo de un amigo terminó por adoptarlo.
Una tarde de diciembre cuando todo era alegría,
En esa banca sentado al viejo hallaron sin vida.
Su sepelio fue aún más pobre muy pocos lo acompañaban,
Solamente aquellas aves con sus cantos lo lloraban.
Fueron siempre sus amigos y nunca lo abandonaron,
Y siempre desde ese día su sepultura cuidaron.
Los animales ofrecen una gratitud sincera,
Sin interés ni codicia… Nunca esperan recompensas.

AUTOR: JOSÉ ADELMO QUINTERO SALAZAR, EL VIAKO (COLOMBIA)
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