«Con gusto para Daniel Augusto.
Minero de esmeraldas, poema costumbrista«
Afligido y triste cierta vez, yo estaba en la malparides;
de repente, la suerte me puso en Muzo, cerquita
de Coscuez. No fue fácil la cosa; esto es muy berraco, y sin
conocidos en tierra extraña uno pasa muy mal rato.
Con las ganas de echar “pa’ encima”, me largué
pa’ la mina dizque a hacer plata, pero aguanté hambre de
la fina. Pa’ pasar el río minero
había que esquivar al teniente Fierro primero,
que era muy jodido y si lo pillaba a uno
le quitaba el dinero y le figuraba encierro.
Yo no es que sea güevón,
ni un pendejo novato
Pues tengo las güevas de plomo
y me aguantan pa’ rato.
Conocidos y amigos, poco a poco, se van consiguiendo
en la minería; la universidad de la vida es lo que
uno está haciendo, con toda clase de gente
mañas va uno aprendiendo y a guaquear
tiene por obligación írsele midiendo,
es que encontrar esmeralda es cosa de la suerte
por mucho que la busque no se consigue y somete.
“Voy a murallar”, me dije un día, es una
salida inteligente, descansar de cucha y maceta y
Cambiar de ambiente. Bote las cotizas con el carriel y
“Embabao”, con poncho y un buen plante, me metí de
negociante.
Pero esperen, no me adelanto,
fui guaquero atrevido y esperando un buen momento
Una hazaña logré coronar arriesgando el pellejo
Una platica me hice pa’ operar a mi viejo
También recuerdo a Julio Rincón,
cuando brindaba tragos de ron
y a muchos duros de aquella era
y por supuesto de la 14 y la nevera.
Mucho atrás, cuando la empresa no había comenzado,
hubo cortes como “el chulo”, con quilates de alto cotizado
“el aguardiente”, “amarillal”, “Masato” y “el Indio”, también
mentado.
Dando esmeraldas, las mejores del mundo en el mercado,
Conocí a Benito Méndez, Julio Silva, Don Carlos, Jairo y
Gilberto Molina, a Víctor Carranza, mejor dicho,
Los duros de la mina;
y por supuesto, también al Doctor Pepe Molina.
Me dieron permiso y en Minahuco un túnel monté,
con mis ahorros y un plantero a trabajar empecé.
Y a buscar la esmeralda día y noche me “encegué”,
varios años con mis hermanos trabajé, me mamé y
Nada saqué.
Es costumbre del enguacado donde la suegra celebrar,
con mujeres y música irse a farrear
8 o 15 días de la pelades se han de olvidar y
pelaos regresarán al rancho y sin nadita qué tragar.
Se podía ganar buena plata en el negocio,
cuando no le daba por la nuca garrote el socio.
Toca abrir bien el ojo, mejor dicho, estar en
la jugada pa’ que no le quiten la platica con una esmeralda
chichada.
Pero también gozamos mucho y sin desmayos,
y siempre jugamos con los mejores gallos,
divirtiéndonos hasta con jugarreta de tejo y
con buenas nenas. Eso sí era un buen festejo.
Ya no viajo por carretera, cuido mi vida y la plata,
ahora salgo al aeropuerto para viajar en “pecho e’ lata”.
Es que ahora todo ha cambiado, el tambreo es cuento
del pasado, son solo clavadas y túneles, todo más
sofisticado, hay menos rebusque pa’l pueblo y ya no se
ve un remate; y la esmeralda tiene un precio elevado
por kilate.
Los controles se han actualizado, ahora son
cámaras de video y los obreros camellan a sueldo,
ya no hay tanto manoteo y hay muchos extranjeros que a
los paisanos quitaron el empleo, pero el zorro
viejo siempre cranea su guaqueo.
También les cuento que la empresa por seguridad se
destaca,
ahora ya casi no hay muertos por petaca
porque cualquier riesgo la empresa tapa,
era que antes dormían como las güevas del Papa.
Muchos amigos y conocidos de este negocio se fueron,
como la esmeralda está muy escasa, de la mina salieron,
algunos con plante a otros negocios se abrieron
y a otros tantos, por torcidos, en la porra les dieron.
Gente nueva con carro y billete bastante
a la mina llegan bujando y pronto les quitan el plante,
pero a mí la vida me ha enseñado a ser legal y constante
y en mis adentros me digo: “Combito, no se raje, eche pa’ lante.
Tan duro se ha puesto esto, que tengo ganas de decir adiós;
ya no se compra una gema, cuando antes se compraban
más de dos.
Este negocio está tan feo, tan feo, te lo digo a vos,
que por una molleja le piden como pedirle a Dios.
No soy bohemio, pero me tomo mis guaros
En cualquier momento.
Me gusta la poesía, la llevo adentro y la declamo
con acento.
En mi medio me siento bien y con mucho aliento
y de vez en cuando en mis locuras le tiro peos al viento.
Llevo más de un poco de años en estas lides bregando,
pero en otra ocasión de la mina, les seguiré algo
contando.
Yo no soy torcido y nunca jamás me escondo,
Camino siempre derecho en la loma como en lo hondo,
Y aunque no tengo dinero soy alegre y hago bombo
Y mis conocidos y amigos me llaman “COMBO”.
AUTOR: TITO ENRIQUE RAMÍREZ YANKEN
OBRA: SIN TARIMA NI CORTINA
© DERECHOS RESERVADOS AUTOR (A)
Tito Enrique Ramírez Yanken, nació el lunes 6 de febrero de 1956 en el municipio de Lenguazaque, Cundinamarca. Hijo de Don Constantino Ramírez y la señora María Josefa Yanquen. Desde niño se destacó por su creatividad, facilidad para el dibujo y la capacidad de expresar sus emociones a través de artes como poesía, alegoría, caricaturas y la elaboración de letras para temas musicales.
Egresado del Colegio Departamental Nuestra Señora del Carmen. Emprendedor por vocación y creador de contenidos, realiza y entrega al público el libro “Sin Tarima Ni Cortina, Colombia” en el cual hace un completo, sarcástico y jocoso resumen de las circunstancias y personajes que rodearon el confinamiento por la pandemia de Covid 19, a través de dibujos y poemas.