Sólo la noche fue mudo testigo
de la victoria del Crucificado:
dejó la muerte de ser enemigo
y por su entrega derrotó al pecado.
Las llagas de sus manos son abrigo
para el que sufre, y el desesperado
puede buscar feliz su rostro amigo
que le ayuda a saberse siempre amado.
Gozoso se despertó el nuevo día,
repleto de sorpresas y emociones
para quien lloró su lenta agonía:
Entre parabienes y bendiciones,
el Resucitado puso alegría
en sus atribulados corazones.
AUTOR: JOSÉ GARCÍA VELÁZQUEZ (ESPAÑA)
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*José García Velázquez, Salamanca (España). Poeta y Médico Pediatra.

Equipo Escritores Rebeldes