-Que hermosa noche –se dijo para el mismo lleno de maravilla y con la cabeza mirando hacia arriba observando el cielo negro, inmenso e iluminado por los enormes rascacielos que tenían la altura suficiente como para llegar a la atmosfera– es bella y hermosa como mi esposa, no cabe ninguna duda.
Mario sin despegar su mirada del cielo seguía caminando por la ya desecha calle de hormigón que no había sido resanada hace unos 10 años. Los camiones de reparación hace mucho que ya nadie los solicitaba porque ya no había necesidad para ellos. La gente ya no salía, todos estaban en sus hogares o las escasas veces que salían era por la tele transportación. No usaban los autos voladores electromagnéticos. Ya nada los hacia felices. Al menos que sea Mario Douglas que miraba el cielo como si no estuviera ya muy contaminado mientras iba al rumbo de su hogar después de una larga jornada en las fábricas de armamento.
Se preguntaba que le habría preparado su mujer esa noche de comer.
Fuera lo que fuese esa noche, lo comería con alegría. Era una bella noche para amar y para ver más allá de lo cotidiano que eran los días tan robotizados.
Antes de llegar a su hogar se detuvo a contemplar un enorme charco de agua de alcantarilla y vio su rostro emanando alegría. Sonriente, de piel morena como el chocolate caliente y el pelo bien corto por normas estrictas del trabajo. Saludo el charco y el charco lo saludo a él. Se rio de sí mismo y volvió a ver al cielo lleno de estrellas, deseaba que esto no acabara y que se quedara mirándolo toda la noche. Pero no podía. Quiera o no el tiempo no lo permitía. La sociedad vivía a tal velocidad que incluso la comida se hacía en cuestión de minutos y las guerras apenas iniciaban en un rato se acababan.
Mario vivía en una humanidad tan avanzada que en sus labios salieron las palabras que le hicieron sentir un fuerte escalofrió en su cabeza y regresara a tomar su curso a su hogar.
-La humanidad se ha hecho robótica.
Cuando entro a su hogar llamo jovial mente a su esposa.
-¡QUERIDA, YA ESTOY EN CASA!
No hubo una respuesta. El hombre extrañado se dirigió a la cocina y tampoco había nadie.
-Casa. ¿mi esposa salió?
La casa automatizada no había respondido a la pregunta del hombre. Este se enojó y pateo la mesa de metal de en medio de la cocina. No sucedió nada más que el ruido del golpe metálico. Desesperado. El hombre se dio la vuelta para ir al cuarto para revisar el sistema de la casa para comprobar que estaba en funcionamiento, pero apenas dio un paso su esposa apareció.
-Querido … que sorpresa … ¿saliste antes del trabajo? –su mirada reflejaba sorpresa, pero no la que ella podría decir “buena” era una sorpresa de desaliento a pesar que fuera su esposo- no esperaba verte pronto.
Mario por otro lado estaba contento de verla como ella no sabía. Ver por fin su piel similar a la nieve, sus ropas casuales de color muy vistosos que podían dañar la vista de verlos mucho tiempo y su hermosa figura de mujer casi perfecta. Senos y glúteos firmes y pelo de color negro intenso, como el cielo de la noche que el tanto amaba.
-Si, salí antes y tuve la oportunidad de ver el cielo de esta noche. ¿sabes? Es igual de hermoso como tu amor –agarro su mano y la pego a su pecho- tu pelo negro y piel blanca me hace pensar que eres la hija de la noche –sonrió y la beso en la mejilla- tengo mucha hambre. ¿puedes darme algo rico?
La mujer no se sentía cómoda por el abrazo ni mucho menos su beso del meloso de su marido. Pero de igual forma lo simulo con una sonriente, falsa y afirmativa respuesta. El hombre la beso y la soltó no antes darle una nalgada a su amada. Esta última acción provoco un enojo a la mujer que lo vio furiosa y se fue a la cocina ordenándole a la casa que sacara la carne del refrigerador. El hombre ignoro su actitud pensando que estaba en sus días de menstruación y esa noche no habría sexo como ya hace un año. Pero no importaba. se sentía muy feliz de estar nuevamente en su hogar. Ese trabajo lo hacía sentir que era un prisionero y que ahí vivía día y noche. Esa fábrica le robaba la vida y sus ánimos.
Fue al sofá y prendió la pantalla-pared. En la tele se decía que habría dos viajes al espacio en unos pocos días. El primero sería al nuevo planeta descubierto cerca de la galaxia de nombre Nery. El segundo viaje seria a la luna que llevaría al astronauta chileno juan de la costa a su carrera interplanetaria que se venía hablando desde hace dos años.
-Como hemos avanzado como humanidad ¿no lo crees, amor?
-Si
-Me pregunto cómo es estar ahí… en el espacio… flotando con esos divertidos trajes blancos que te hacen ver como un hombre hecho de bombón. Ver las estrellas más de cerca casi tocándolas –sonriendo estiro su brazo al cielo imitando lo mismo que decía- que hermoso debe ser el espacio.
-Yo también querido, así que calla que debo apurarme hacer la comida –gruñendo siguió haciendo la cena- ¿quieres?
Mario bajo el brazo desanimadamente y cambio de canal con los botones que estaban impregnados en el sofá y puso las caricaturas. Su esposa seguía cocinando con enojo y furia, no por la nalgada que su esposo le había dado. si no. algo más que no había comentado a este.
El hombre después de ver y cambiar las ridiculeces que eran ahora los dibujos animados se le vino a la mente algo. La casa había hecho caso a su esposa.
Cuando la comida al fin estuvo lista su mujer lo llamo para sentarse los dos en sus respectivas sillas. Mario observo los dos platos y no tres. Sin extrañarse mucho se sentó enfrente del pedazo de “carne” de color negro con tonos rojizos artificiales. Mario a veces prestaba la suficiente atención en esta que podía jurar ver pequeñas patas de animalitos.
-Se ve delicioso amor mío –sonrió de oreja a oreja- no puedo esperar más a darle el primer bocado
-Es a base de grillo esta vez –bufo- Las de cochinilla no estaban disponibles. Todos los criadores están ocupados en esa estúpida competencia de animales mutantes –corto un cacho y con desprecio mastico la carne que le costó tragar- aun saben a humedad …
-Wow. amor, leíste mi mente. Justo eso te iba a preguntar – le dedico una sonrisa alegre a su mujer y corto un cacho de la carne de insectos con apariencia de una de res y la engullo – esta deliciosa.
-¿estas siendo sarcástico? –lo miraba con molestia y mostrando una mueca de molestia con un cacho de la carne entre en medio de sus labios- porque no me gusta.
-Claro que no –se puso firme y alzo las manos negando lo que decía- no era mi intención sonar sarcástico. De verdad quería preguntarte de la carne, posiblemente ya habría carne nueva o comprarías alguna barra energética.
-Esas cosas saben a porquería –hizo gestos de querer vomitar- bueno … Come … Se enfría …
El hombre sin rechistar empezó a cortar más carne y siguió comiéndosela casi sin masticar. La mujer solo podía verlo con asco mientras masticaba y saboreaba su carne de insectos rastreros.
Después de la cena la mujer le aviso a su hombre que iría al cuarto a verificar si la niña ya estaba dormida. Dijo que no tardaría más de 5 minutos y bajaría para después complacerlo. Esto hizo feliz al hombre que apenas vio que se subió empezó a preparar toda la sala para su momento carnal. Ya que la casa no le hacía caso. El mismo saco todo lo que quería.
Velas, rosas, bombones de chocolate.
cuando vio que su mujer no regresaba decidió empezar a quitarse su ropa. apenas llegara a pisar el último escalón abrazaría y besar carnalmente a su mujer después de un año o más de no hacer el amor.
Cuando estaba por el segundo botón de su camisa, alguien había tocado la puerta.
-¿Quién será?
-¡ABRAN LA PUERTA!
Un grito atronador se escuchó desde la parte de arriba.
Era la mujer de Mario que con gritos y chillidos diría las siguientes palabras:
¡ESTA AHÍ!¡EN LA SALA! ¡PORFAVOR LLEVENSE A ESE ASQUEROSO ROBOT DE MI CASA!
El hombre no sabía que sucedía, no comprendía lo que decía su mujer y por qué gritaba. Así que tomo rumbo a las escaleras para subirlas. Pero fue interrumpido con la puerta del hogar cayendo como un árbol al ser cortado. varios hombres uniformados entraron. Desde policías como bomberos en sus trajes a prueba de fuego.
-¡ARRIBA LAS MANOS MODELO-55-M! ¡ESTAS FUERA DE TU ZONA DE ALMACENAJE!
-¿Cómo dijo? –hablo al fin el hombre que acusaban de ser un robot – están equivocados señores. Yo no soy un robot. Me llamo Mario Douglas y soy trabajador de las fábricas de armas marca acmé. Miren aquí está mi carnet
Los oficiales apuntaron a Mario cuando metió su mano en su pantalón.
– ¡ARRIBA LAS MANOS! ¡SI HACES OTRO MOVIMIENTO MAS, QUEDARAS DESABILITADO HASTA NUEVO AVISO!
– vamos oficiales, si esto es una broma de mi mujer esto ya se sobre paso. Además. No me puede hacer nada esas armas, solo afecta a los robots, androides y algunos ciborgs –empezó a reír- me voy a desnudar ante ustedes y verán que soy un humano de carne y hueso.
Los oficiales no dejaban de apuntar sus armas hacia a Mario.
Mario empezó a sentirse asustado, pero no le impuso no hacer lo que dijo. Empezó a desabrocharse la camisa lentamente para que el oficial viera su piel morena ser iluminada por las luces de las patrullas voladoras.
Cuando se quitó el ultimo botón …
Mario la abrió e hizo ver lo que escondía la tela.
Los oficiales apuntaron a la base del corazón de Mario.
Este dio un grito de terror. No por los oficiales aun apuntando hacia su pecho. La razón era porque no tenía piel. Todo era metal con una placa en su pecho que citaba:
propiedad de Universal Robots and Androids (U.R.A)
Modelo: 55-M
Alias: Mario
Ocupación: robot fabricante
Contactar a Universal Robots and androids por mal funcionamiento al número:
55 19 13 20 55
-¿¡QUE MIERDA ES ESTO!? –se dijo Mario para sí mismo– no puede ser posible … no … no puedo ser un robot …
-Por favor modelo 55-M no lo hagas más difícil. Ven con nosotros y te llevaremos con la compañía que te creo para que te reparen y sigas con tu vida útil hasta que tu batería nuclear se muera.
Mario no quería escucharlos, quería escapar de ahí. Quería ver a su esposa e hija.
Fue entonces que subió corriendo las escaleras. Los oficiales iniciaron la lluvia de balas electromagnéticas hacia él. Pero ninguna le dio, solo afectaron a las paredes de la casa que se empezaba a comportar de manera extraña.
-¡AMOR! ¡DEBEMOS IRNOS! – Mario busco entre los cuartos hasta llegar al baño – … ¿amor? …
-La mujer (de nombre Mildred) estaba apuntando a Mario con una escopeta directamente hacia su cabeza.
-¿Qué haces? –estaba en shock- baja eso … por favor
-¡LARGATE DE MI CASA MALDITA MAQUINA! ¡YA ES LA QUINTA VEZ EN EL MES QUE PASA ESTO!
-Pero … yo soy un humano…
¡¿QUE NO TE VEZ?! Tu pecho es de metal –susurro por un momento para después volver a gritar- ¡TU MALDITO PECHO ES DE METAL!!LARGATE O TE VUELO LA PUTA CABEZA!
-Mario quería llorar, pero no podía. Su sistema no lo permitía. Solo podía ver a Mildred furiosa protegiendo a su hija que se escondía en sus piernas como la cría de algún animal indefenso. Pequeña y blanca como la nieve igual que su madre, su verdadera madre que la había tenido de manera artificial y no con un hombre. Mucho menos si fuera de Mario.
El solo pudo caminar hacia atrás dejándose caer de trasero y poniendo su cabeza entre sus rodillas y viendo nuevamente su placa de metal. Ya no quería estar en la casa, ya no quería ver a su esposa. Tal vez … solo y tal vez poder ver un poco más el cielo de la noche una vez más.
Los oficiales subieron hasta donde estaban los dos y detuvieron a la fuerza al robot. Mario fue inmediatamente desactivado y se lo llevaron cargando a la patrulla voladora.
Dos oficiales contemplaban los hechos.
-¿Cuántas veces ha sucedido en este mes?
-Cinco veces
-Malditas maquinas. Se descomponen y creen que son humanos –sorbió un poco del café que tenía en la mano- lo peor. Es que son los modelos más recientes.
-Es lo que estamos destinados…
-¿a qué te refieres tú? Ya estas igual de pendejo que esas cosas
El segundo oficial le dio un golpe en la cabeza al primero por haberlo insultado.
-Me refiero que eso nos pasara cuando allá más robot que humanos. Un día ya no sabremos quienes somos.
-Por eso debemos estar atentos. Bueno ya vámonos. Llevemos a este montón de metal ala central norte. Quiero llegar a dormir.
El oficial miro la casa de la mujer que sufrió la pesadilla por quinta vez. Veía como lloraba y decía todo lo que había pasado a un robot ayudante que no poseía rasgo alguno de humano. Después miro al modelo 55-m y susurro para el mismo.
-Destinados a una humanidad robótica.
Subió a la patrulla y se elevó hasta el cielo cerca de los rascacielos que a Mario maravillaron. Y como si fuera una cruel jugada del destino, el inerte y sin vida cuerpo de metal de Mario estaba boca arriba. Dando la sensación que miraba hacia la ventana acostado, incluso estando fuera de servicio. El seguiría viendo el cielo de la noche y maravillándose una y otra vez. Por qué seria evidente que regresaría a aquella casa, con aquella horrible mujer y viendo el cielo como si fuera la primera vez.
AUTOR: DIEGO MUNGUIA (MÉXICO)
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Diego Munguia – Escritor y estudiante de criminalística de 21 años, mexicano. oriundo de Iztapalapa y crecido en Nezahualcóyotl. Sus escritos son principalmente enfocados en los géneros del terror, la ciencia ficción, la fantasía oscura, la anti poesía y el género negro/misterio. También es articulista de la revista Petroglifos, Es un traductor por mero entretenimiento para traer cosas al español para y por fans. Tiene algunos de sus relatos y poemas esparcidos en antologías de los géneros ya mencionados. Su primera novela corta “el hombre sombra” es publicada por la editorial mexicana independiente “gato tuerto ediciones”.
Su lema es:
“¿si no me da miedo lo que escribo, como sabré que a los demás también les dará? Debo perturbar mi mente primero antes que los demás»
Está bueno el texto…