Es difícil taparse los oídos para evitar tanto aullido humano de la Bogotá chillona. Aquí, aunque primorosa y dama, en esta urbe se amanceban todas las excitaciones. Mis pavorosos ladridos, cañerías desvanecidas que arrastran cuscas de cigarrillos y cuerpos que copulan como asnos descocidos. Todo huele, a cualquier cosa, pero todo huele. Campesinos despistados terciando los frutos que cultivan y lugareñas de vereda que no se emborrachan ni vomitan. Obreros con la misma ropa y curas con la misma sotana. Aglomeraciones dispersas agudizándole los oídos a los arpegios de arpa, a las percusiones de piano, los zunzunes de acordeón y los rasgueos de guitarra. Todo se mide por el grado de abstracción. Los olores y los sonidos reinan. Caminantes refinados de sangre celestial y calzones sucios. Avenida impecable, aunque sin jardines por la que transitan los HP, es decir, los Honorables Perínclitos. Cerebros que echan bocanadas de mierda. Dictaduras de todo tipo convertidas también en bocanada. Muchos, como Antonio Lobato, “no nos quitamos el sombrero ante ellos porque no tenemos sombrero”. Voces indistintamente borrachinas eructan estragos, desarraigados, escotes virginales y rameras esquineras. Orines con vestigios de narcóticos depravan el bath room de las Discos. Flamean los chubascos y las camisas se desabrochan, los pelos se revuelcan y florecen esquizofrénicos y paranoicos. Bici taxis a la carga, mentes perturbadoras, cabezas díscolas, ojos dementes. Tarareos terribles en los semáforos. Sonrisas majaderas y cejas que ridículamente se arquean. Venganzas, odios, fiascos, más mierda y podredumbre. Regresé a mi catre en la luminosidad de los faroles para cooperar con la descontaminación. Y entre las hendijas de los aposentos todavía cuerpos fundiéndose, emociones fornicando y lenguas embadurnándose con zumos de entrepierna. Las bragas se acomodan y los sujetadores vuelven a sus mamarias. Los asnos descocidos se detienen y los traseros impulsivos atropellan. Cuando desperté, al pegar mis oídos contra el muro apaciguador de mi cuarto, en la otra alcoba las lujurias orales regurgitaban entre babeos y convulsiones.
AUTOR: JOSÉ LUIS RENDÓN (COLOMBIA)
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José Luís Rendón C. Nació en el Municipio de Argelia (Antioquia) – Colombia. Titulado como Profesional en Comunicación Social. Ha sido corresponsal de prensa alternativa independiente, cronista, periodista y locutor de radio. Cuentos: LEOCADIA, obra ganadora del primer puesto del concurso de cuento “Carrasquilla Íntimo” convocado por El Colegio de Jueces y Fiscales del departamento de Antioquia-Colombia y publicado en la revista Berbiquí. Cuento: EL MONSTRUO DE LA PLATANERA (inédito).
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Impresionante crónica urbana que parece aplicar para cualquier metrópoli latinoamericana.