En un futuro lejano, la Tierra había cambiado drásticamente. Los océanos se habían expandido y ahora cubrían la mayor parte de la superficie terrestre. Las ciudades, una vez bulliciosas en tierra firme, ahora eran ciudades submarinas llenas de vida y tecnología avanzada. Este nuevo mundo, conocido como el Mundo Submarino, estaba habitado por humanos y criaturas marinas modificadas genéticamente para adaptarse al entorno acuático.
En la ciudad sumergida de Atlántica, ubicada en lo más profundo del océano, vivía Naia. Era una ingeniera talentosa especializada en biotecnología marina. Desde joven, Naia había sentido una conexión especial con el océano, y su pasión la llevó a dedicar su vida al estudio y la preservación de los ecosistemas marinos. Una mañana tranquila, Naia se encontraba trabajando en su laboratorio cuando recibió una llamada urgente. Era su amiga y colega, la Dra. Ema, quien trabajaba en el Instituto de Investigación Marino de Atlántica.
«Naia, necesitamos tu ayuda», dijo Ema con un tono preocupado.
«¿Qué sucede, Ema? ¿Otra vez problemas con el sistema de filtrado de agua?» preguntó Naia.
«No, es algo mucho más grave. Hemos detectado un virus desconocido que está afectando a las criaturas marinas en las cercanías de la ciudad. Está causando estragos en la población animal y tememos que se propague rápidamente», explicó Ema.
Naia se puso en marcha de inmediato. Sabía que este virus podía tener consecuencias devastadoras para el equilibrio marino. Llegó al Instituto de Investigación Marino y se reunió con Ema y otros científicos para analizar la situación.
«Este virus es altamente contagioso y parece estar atacando el sistema inmunológico de las criaturas marinas», explicó uno de los científicos.
Naia examinó los datos y las muestras de las criaturas afectadas. Estaba perpleja por la complejidad del virus. Parecía diseñado para destruir específicamente las células. Sin embargo, la pregunta clave seguía sin respuesta: ¿cómo había surgido este virus?
Con el paso de los días, la situación empeoró. Más y más criaturas marinas mostraban síntomas del virus, y el ecosistema comenzaba a desequilibrarse. Naia sabía que debían actuar rápidamente para encontrar una solución. Fue entonces cuando recibieron un mensaje codificado de un contacto en las profundidades del Abismo, una región poco explorada y repleta de misterios. El mensaje hablaba de una instalación secreta de investigación de armas biológicas operada por OceanoTech, una mega corporación con una historia cuestionable en cuanto a desastres ambientales. Naia decidió formar un equipo de élite para investigar la instalación de OceanoTech y descubrir si había alguna conexión entre la aparición del virus y las actividades de la corporación. Se unieron a ella el buzo de élite Kal, conocido por su habilidad en la exploración de las profundidades más peligrosas, y Tariq, un experto en inteligencia de los animales acuático que había desarrollado un profundo sentido de empatía hacia las criaturas marinas.
El equipo se embarcó en una emocionante aventura hacia el Abismo. Navegaron por aguas turbulentas y se enfrentaron a peligros desconocidos mientras se acercaban a su destino. Finalmente, llegaron a una cúpula submarina masiva, oculta a la vista bajo densas algas y corales. Naia y su equipo se infiltraron en la instalación de OceanoTech, enfrentándose a los guardias robots y/a sistemas de seguridad avanzados. Después de eludir la seguridad, descubrieron con asombro que OceanoTech estaba experimentando con bioarmas marinas diseñadas para controlar y manipular las criaturas marinas a su antojo.
«Esto es abominable», murmuró Tarig mientras observaba con estupor el sufrimiento de las criaturas deformadas genéticamente que estaban los tanques de contención.
Naia se adentró en los archivos de la instalación y encontró evidencia de que OceanoTech había liberado el virus como parte de su experimento para probar la efectividad de sus bioarmas. El virus se había escapado de control y ahora, estaba causando estragos en el ecosistema.
Naia, Kal y Tarig decidieron unánimemente destruir la instalación y poner fin a estas atrocidades. Sin embargo, todos se complicó cuando fueron descubiertos y tuvieron que enfrentarse a un ejército de mechas acuáticos. La batalla fue intensa, con Naia, Kal y Tariq luchando valientemente contra los mechas mientras trataban de sabotear la instalación. En medio del caos, Naia se encontró cara a cara con el CEO de OceanTech, un hombre sin escrúpulos llamado Thorne.
«Jovencita… eres una verdadera molestia», dijo Thorne con una sonrisa maliciosa.
«¡Tu ambición te ha cegado! , ¿Acaso no te importa el daño que estás causando?», respondió Naia.
Thorne rió con desdén. «El mundo es mi tablero de ajedrez, y yo juego para ganar. Nada detendrá el progreso y la dominación de mi compañía».
La batalla con los mechas se reanudó cuando Kal logro sobrecargar el sistema eléctrico de la instalación, causando una reacción en cadena que llevó al colapso de la cúpula y la destrucción de los mechas controlados por OceanoTech. Con la instalación destruida y la verdad expuesta, una vez que Thorne fue rescatado de las ruinas y fue arrestado. OceanoTech fue sometida a una investigación internacional por sus acciones. Naia y su equipo regresaron a Atlántica, pero sabían que su lucha por la preservación de los océanos estaba lejos de terminar.
En los días siguientes, trabajaron arduamente para desarrollar un antídoto contra el virus y restaurar el equilibrio en el ecosistema marino. Así, Naia y su equipo se convirtieron en héroes en el Mundo Submarino, al enfrentarse a la codicia y la destrucción para preservar la belleza y la vida de los mares.
AUTOR: FRANCISCO ARAYA PIZARRO (CHILE)
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Francisco Araya Pizarro. Nacido en 1977 en Santiago de Chile, Artista Digital, Diseñador Gráfico Web, Asesor en Marketing Digital y Community Manager para empresas privadas y ONGs asesoras de las Naciones Unidas, Crítico de Arte, Cine, Literatura, además de Investigador. Y Escritor de Ciencia Ficción, donde en su blog comparte sus relatos cortos en: www.tumblr.com/franciscoarayapizarro