Maldito Cáncer

Terrible enfermedad que al mundo azota.
Nada es tan real, nada hay tan cruel,
y es que, al hablar de cáncer, sí es terminal,
déjate de rezos, aprovecha los instantes.
Da besos, abrazos, consiente a ese tu enfermo,
apechichalo, dile que lo amas,
procura darle todo, todo, lo que él desee.

Ya nada puede hacerle daño.
No pierdas el tiempo en lloros y lamentos,
Oraciones y rezos se deben suspender,
hazlas, lejos de tu enfermo,
pues eso lo atormenta y le recuerda que pronto morirá.
Haz que se distraiga, que vea televisión.
La música de su agrado él debe escuchar.
Y tú, tendrás el resto de tu vida para llorar y lamentar.

Dile una y mil veces que lo amas.
Dile, que es tu adoración
Por ningún motivo le permitas más sufrir,
por favor, tú no permitas agonía.
Todos te darán consejos,
también otros se atreverán a juzgar y a reprochar,
muchísimos darán esperanzas.

La esperanza es la perdición,
tu mente no ve lo que sucede en realidad.
Te aferras a creencias, te aferras a imposibles,
pero, yo te lo aseguro,
no hay nada que se pueda hacer.
Todo, todo está perdido.
Mi niño, en un gran hombre se convirtió.
Fue hijo, nieto, hermano, esposo, tío, amigo,
y fue un padre ejemplar.
Muy temprano se casó
y una familia con cuatro niños formó.

Creó empresa y creyó en Dios.
Cuarenta años tenía, cuando lo sorprendió
aquella fatal y terrible noticia
que su muerte en un par de meses sucedería .
Llantos, súplicas, ruegos, todos en negación.
No, no podía creerse, eso no podría ocurrir

¿Por qué?
¿Por qué?
¿Por qué?
Él, fue el primero que lo aceptó,
humildemente le pidió perdón a Dios,
Pidió perdón a todos y por todo.
Y la eutanasia también él la pidió.

Por creer tantas mentiras
su deseo no se le permitió.
Su madre que estaba tonta a Dios
le imploraba sanación.
Enceguecida por ese amor tan grande
hacía su hijo adorado,
creyó, que todas las súplica y ruegos
estaban siendo escuchadas.

Fueron terribles sus dolores.
Él decía que de uno en uno
sus huesos eran quebrados.
La morfina que tomaba
a ratos le funcionaba,
era un suplicio para él,
el solo baño en la ducha.
El agua fría no la toleraba,
con agua caliente se le bañaba.
Dos meses estuvo en agonía,
fue un martirio sin fin.
Fue terrible el sufrimiento
y al final el cáncer, lo devoró .

Soy la madre de ese hijo
que murió de esa forma cruel,
que el dolor de su partida
la tiene sumida en la rabia,
el rencor y la incredulidad.
Esta madre, hoy aconseja;
cuando escuches cáncer terminal,
por favor, ya no hay remedio ,
lo mejor, es aceptar lo que sucederá.
Y, permítele a tu enfermo morir con dignidad.
No te aferres a imposibles
“La eutanasia es lo mejor”

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