Antes de nosotros, existieron creadores que se jugaron la piel por la belleza y son eternos… ¡Conócelos!
El Escritor Rebelde en la inmortalidad del día es:
Ismael Enrique Arciniegas (Curití, 1865 – Bogotá, 1938) Escritor y político colombiano. Ismael Enrique Arciniegas realizó sus estudios en el Seminario Conciliar de Santafé de Bogotá, donde fue discípulo del poeta romántico José Joaquín Ortiz, y en la Universidad Católica, en la que siguió estudios de jurisprudencia. A menudo abandonó su profesión de abogado para consagrarse a tareas políticas y literarias.
Inició su carrera periodística en Bucaramanga; fundó el periódico El Impulso (1887) y dirigió La República y El Eco de Santander, publicación en que desarrolló sus primeras campañas políticas; desde este último órgano promovió la candidatura presidencial de Miguel Antonio Caro. Fue asimismo dueño del diario El Nuevo Tiempo, al cual aportó su labor periodística durante casi treinta años.
Arciniegas desempeñó además multitud de cargos públicos. Fue secretario del Concejo Municipal de Bucaramanga, diputado a Asambleas Departamentales, concejal municipal de Bogotá, representante a la Cámara, ministro de Correos y Telégrafos durante la presidencia de Miguel Abadía Méndez e inspector de Cedulación en Boyacá. También participó como coronel en la guerra civil de 1895.
Desarrolló su carrera diplomática representando a Colombia en Caracas, en Chile (1902), en París (1919), en el Ecuador (1930) y en Panamá (1933). En 1899 trabajó como profesor de la Escuela de Artes y Oficios de Bucaramanga y fue director de Instrucción Pública.
Ismael Enrique Arciniegas es reconocido nacionalmente por su labor periodística, docente y diplomática, pero, ante todo, por su poesía de inspiración parnasiana y modernista. Algunos de los temas que desarrolló en su poesía fueron el amor, el dolor, la muerte, la naturaleza y la patria; fue además uno de los más acertados traductores de la poesía francesa e italiana. Es autor de Poesías, Traducciones poéticas, Antología poética y Paliques (volumen de recuerdos de su vida política y diplomática). Entre sus poesías más conocidas se hallan En Colonia, A solas y El poeta mira al parque.
A SOLAS
¿Quieres que hablemos?… Está bien… empieza:
Habla a mi corazón como otros días…
¡Pero no!… ¿qué dirías?
¿Qué podrías decir a mi tristeza?
No intentes disculparte… ¡todo es vano!
Ya murieron las rosas en el huerto;
el campo verde lo secó el verano,
y mi fe en ti, como mi amor, ha muerto.
Amor arrepentido,
ave que quieres regresar al nido
al través de la escarcha y las neblinas;
amor que vienes aterido y yerto,
¡donde fuiste feliz… ya todo ha muerto!
¡No vuelvas… Todo lo hallarás en ruinas!
¿A qué has venido? ¿Para qué volviste?
¿Qué buscas?… ¡Nadie habrá de responderte!
Está sola mi alma, y estoy triste,
inmensamente triste hasta la muerte.
Todas las ilusiones que te amaron,
las que quisieron compartir tu suerte,
mucho tiempo en la sombra te esperaron,
y se fueron… ¡cansadas de no verte!
Cuando por vez primera
en mi camino te encontré, reía
en los campos la alegre primavera…
toda esa luz, aromas y armonía.
Hoy… ¡todo cuán distinto! Paso a paso
y solo voy por la desierta vía.
-Nave sin rumbo entre revueltas olas-
pensando en las tristezas del ocaso,
y en las tristezas de las almas solas.
En torno la mirada no columbra
sino aspereza y páramos sombríos;
los nidos en la nieve están vacíos,
y la estrella que amamos ya no alumbra
el azul de tus sueños y los míos.
Partiste para ignota lontananza
cuando empezaba a descender la sombra.
…¿Recuerdas? Te imploraba mi esperanza,
¡pero ya mi esperanza no te nombra!
¡No ha de nombrarte!…¿para qué?… Vacía
está el ara, y la historia yace trunca.
¡Ya para que esperar que irradie el día!
¡Ya para que decirnos: Todavía!
Si una voz grita en nuestras almas: ¡Nunca!
Dices que eres la misma; que en tu pecho
la dulce llama de otros tiempos arde;
que el nido del amor no esta desecho,
que para amarnos otra vez, no es tarde.
¡Te engañas!… ¡No lo creas!… Ya la duda
echó en mi corazón fuertes raíces.
Ya la fe de otros años no me escuda…
Quedó de sueños mi ilusión desnuda,
¡y no puedo creer lo que me dices!
¡No lo puedo creer!… Mi fe burlada,
mi fe en tu amor perdida,
es ansia de una nave destrozada,
¡ancla en el fondo de la mar caída!
Anhelos de un amor, castos risueños,
ya nunca volveréis… Se van… ¡Se esconden!
¿Los llamas?… ¡Es inútil!… No responden…
¡Ya los cubre el sudario de mis sueños!
Hace tiempo se fue la primavera…
¡Llegó el invierno, fúnebre y sombrío!
Ave fue nuestro amor, ave viajera,
¡y las aves se van cuando hace frío!
AUTOR: ISMAEL ENRIQUE ARCINIEGAS (COLOMBIA)
Biografía Ismael Enrique Arciniegas: Fuente Biografías y Vidas
Equipo Escritores Rebeldes