Antes de nosotros, existieron creadores que se jugaron la piel por la belleza y son eternos… ¡Conócelos!
La Escritora Rebelde en la inmortalidad del día es:
Silveria Engracia Antonia de los Dolores, Espinosa de los Monteros y Dávila, fue una reconocida poeta colombiana del Siglo XIX. Nació el 20 de enero de 1815 en la Hacienda Zamora localizada en jurisdicción del municipio de Sopó y falleció en la Capital de la República el 16 de Agosto de 1886. El padre de Silveria Engracia Antonia de los Dolores, fue el famoso impresor Bruno Espinosa de los Monteros, heredero de La Imprenta Granadina. La Imprenta, fue fundada por don Antonio Espinosa de los Monteros padre de Bruno, en la ciudad de Cartagena, que cuenta en sus anales con publicaciones impresas en los talleres de don Antonio en el año de 1774. En 1776, el Virrey Manuel Antonio Flórez en su paso hacia Santa Fe, arriba a Cartagena donde conoce los talleres de don Antonio Espinosa. El Virrey, una vez instalado en la capital ordena el traslado de don Antonio y su familia a Santa Fe, con el fin de encargarlo de las publicaciones reales. Don Antonio en la capital, fue honrado con la distinción de “Impresor Real” y la imprenta recibió el nombre de Imprenta Real. Don Antonio Espinosa de los Monteros se desempeñó como Impresor Real hasta 1804, año en que le sucedió su hijo Bruno. Don Bruno asume el cargo de Impresor Real hasta el 20 de Julio de 1810, día del Grito de la Independencia. A partir de este momento don Bruno se convierte en el impresor de los documentos de la independencia, luego en impresor de las Constituciones de las Provincias entre ellas la Constitución de Cundinamarca y las Actas del congreso Admirable, entre muchos otros documentos de suma importancia para la Historia de nuestra Nación. Otro hijo de don Antonio, Diego Espinosa de los Monteros, fue colaborador en la Imprenta Patriótica de don Antonio Nariño, cargo que desempeñaba en el momento en que el Precursor decidió traducir y publicar los Derechos del Hombre. Don Diego por su participación en el hecho, fue condenado a tres años de prisión y a trabajos forzados en Cartagena, donde falleció en diciembre de 1815. Los rasgos de tradición intelectual de la familia Espinosa de los Monteros, fueron heredados por la ilustre poeta soposeña, quien desde temprana edad recibió, además de la paternal influencia de don Bruno, la de los más notables intelectuales y científicos de la época que frecuentaban a don Bruno no sólo como impresor sino como amigo, pues gozaba de gran reconocimiento y aprecio en el círculo intelectual de Santa Fe. El mundo de las letras, despertó en Silveria una profunda inclinación por la literatura y la poesía, en las que pronta y magistralmente incursionó. Expuso sus primeros versos dentro del círculo de sus amistades a quienes sorprendió gratamente la sublime expresión poética de Silveria. Su poesía, trascendió las fronteras de las tertulias y encontró espacio en el ámbito intelectual santafereño; Vinieron las publicaciones en periódicos nacionales como La Guirnalda, El Papel Periódico Ilustrado, La Caridad y La Lira Granadina, que difundieron con regularidad su poesía. La producción poética de Silveria Espinosa, ocupa un sitio de honor dentro de la Literatura Colombiana
¿VIVIR?
¿Vivir?, ¿vivir? ¿Y para qué Dios mío?
¿Dónde está el bien en esta ingrata tierra?
¿dónde la lucha en la constante guerra
que sufre y que destroza el corazón?
Vivir sin esperanza, sin amores
siempre aguardando en la mansión terrena
esa fuente de paz dulce y serena
que ahuyente del alma la aflicción.
Vivir como vive en el olvido
la solitaria flor de la montaña
y perecer como la débil caña
que arrastra en su aluvión el huracán.
Esa es la historia de la raza humana
de nuestra vida la cansada historia,
amor, tristeza, paz, honor y gloria
todo mentira, todo vanidad.
Y si doblamos ante el dolor la frente
y un horizonte de dicha divisamos
pasa un instante, Oh Dios, y solo hallamos
luto, amargura, llanto y soledad.
Mentira la esperanza lisonjera
que a nuestra mente cándida fascina,
que arrebata, seduce y alucina
con su mirada el pecho juvenil.
Mentira todo cuanto ven los ojos
y cuanto palpan las terrenas manos,
necio el que busca los consuelos vanos
que ofrece a la existencia el mundo vil.
Pero verdad, verdad consoladora
que a estos años de afán y de tormento
a esta vida de lucha y sufrimiento
otra vida feliz sucederá.
Una vida en que el alma enamorada
ha de encontrar del amor la eterna fuente
y al apagar su sed pura y ardiente,
sin acabarse nunca saciará.
Para vivir así, Dios de mis padres,
mi buen amigo y generoso dueño
por eso vivo el triste y largo sueño
que el mundo llama mísero vivir.
Que allá muy pronto encontraré dichosa
al buen amigo por quien triste lloro
que fue mi dicha, mi orgullo y mi tesoro
y cuya ausencia amarga mi existir.
Que allá bien pronto el llanto que derramo
los suspiros que exhala el alma mía
mi inconsolable pena, mi agonía
me alcanzarán tu bendición Señor.
Padezca, pues, el corazón amante
inúndense de llanto mis mejillas
Te pido, Oh Dios, y de rodillas
te adoro y te bendigo en mi dolor.
AUTORA: SILVERIA ESPINOSA DE RENDÓN (COLOMBIA)

Equipo Escritores Rebeldes