Fotografía: Parque Principal de Rio de Oro.
Relato de la historia del ícono religioso de los riodorenses cuya fiesta se celebra el 01 de agosto. El sagrado lienzo de la Santísima Virgen del Rosario que desde hace 366 años se venera en su camarín, es el Santuario Mariano más antiguo del nororiente colombiano.
RELATO – LA VIRGEN VIAJERA
POR: AMPARO ÁLVAREZ, TOTY (COLOMBIA)
Fotografía: Virgen Del Rosario
Solía contarnos mi abuelita María, Josefa Uribe de Barbosa, a quien cariñosamente llamábamos “mamá chefa,” que la Virgen del Rosario se apareció en una humilde vivienda construida de bahareque y paja, propiedad de una indiecita llamada María Ramos.
Maria Ramos era una mujer que rondaba los cincuenta y sesenta años. Vivía al norte de Brotaré, un pequeño caserío que en aquella época pertenecía a Ocaña, Norte de Santander.
Nos contaba la abuela, que en una noche oscura, María escuchó que tocaban a la puerta. Ella se encontraba totalmente sola, pues no tenía ningún pariente cercano. Sintió algo de temor, más sin embargo abrió.
Ella quedó fascinada. Quien tocaba era un visitante inusual, un hermoso caballero, alto, fornido, rubio y joven, que con una voz melodiosa y una sonrisa encantadora le pidió posada por esa noche.
María Ramos se sintió avergonzada y le explicó que no tenía cama, ni siquiera para ella y menos para él, pero que si lo deseaba ella le acomodaría un rinconcito dónde pudiese descansar.
El joven, apenado por incomodarla, le dio las gracias y aceptó con gusto el ofrecimiento.
María, rápidamente buscó unos cueros secos de res y le organizó un lecho algo confortable para que aquel hombre pudiese pasar la noche.
Una vez termino, se dieron las buenas noches y se dispusieron a dormir.
Cuando el día comenzaba a aclararse, María se levantó pensando cómo podría darle a su joven acompañante algo para desayunar. Fue entonces cuando se percató que se encontraba sola dado que su invitado había desaparecido.
Extrañada y confundida revisó la puerta y no encontró indicio alguno de que el joven hubiera podido salir por ahí, pues la tranca estaba aún puesta.
Ella quedo sorprendida ante la inusual situación más sin embargo se conformó con saberse sana y salva.
Comenzó a hacer sus labores diarias y ya casi entrada la noche observó que en el rincón donde durmió aquel hombre estaba un largo trozo de algo que parecía ser tela. Se acercó, la tomó en sus manos y al observarla bien se sintió sobrecogida de la emoción. Quedó maravillada. Ese pedazo de tela fina contenía la imagen de una hermosa Virgencita la cual en sus brazos sostenía a un niño puro y bello.
Extasiada por tanta belleza colocó la imagen sobre una mesa rústica y vieja, Dirigió su mirada hacia cada pared de la humilde vivienda. Estaban negras por el hollín que desprendía su mechón de semillas de tártago y escogió la que estaba en mejores condiciones. Sujetó la imagen en la pared escogida, no sin antes tratar de limpiarla lo mejor posible. Fabricó otro mechón para alumbrar a la hermosa Virgencita.
Ubicó el mechón sobre la mesa y con palabras de desconsuelo se dirigió a la Virgen pidiéndole perdón por no tener un mejor lugar donde colocarla y no tener otra cosa con que alumbrarla.
Le prometió que tan pronto bajara al pueblo la llevaría consigo para dejarla allí, donde, con seguridad tendrían lámparas más bonitas que no mancharían su rostro con tizne y hollín.
Llegó la hora de descansar y Maria dejó la luz encendida ya que quería que la Virgencita estuviese alumbrada en todo momento. Ya en su lecho, se puso a pensar en la forma tan misteriosa en que había desaparecido el inusual visitante de la noche anterior y en la tela con la imagen que había dejado olvidada.
Entonces, pensó que había sido un ángel que de regalo le había obsequiado esa hermosa Virgencita. Pero, en su interior esa idea no le gustaba mucho, pues ella era una mujer tan humilde que sentía no merecer tan maravilloso obsequio.
Con esos pensamientos vagando en su mente se quedó dormida.
Al día siguiente, María Ramos se levantó temprano, avivó el fuego, preparó café y tostó unos pedazos de yuca del día anterior. Desayunó y procedió a colocar su mantilla sobre la cabeza y tomar camino al pueblo con su sagrado tesoro.
Después de dos horas de arduo camino al fin llegó a su destino. Se dirigió al sitio ella sabía que había un santuario de religiosos dedicados a adorar a Dios y a la Virgen. Golpeó la puerta con cuidado y esperó a que le respondieran. Al rato un monje la atendió y le preguntó qué deseaba.
Ella tímidamente le contó lo sucedido dos noches atrás y le manifestó que creía firmemente que eran ellos los más indicados para tener y cuidar aquel tesoro, el cual ella venía a dejarles.
El monje la dejó pasar para que le mostrará el obsequio que traía. María Ramos, con sus dos manos dejó que el lienzo cayera, quedando al descubierto la figura de tan excelsa Virgen. El monje cayó de rodillas frente a la Sagrada Imagen, rindiendo adoración y admiración a la Madre Celestial.
El monje se retiró dejando a la humilde mujer sola. Al cabo de varios minutos, todos los monjes de ese recinto aparecieron y cayendo de rodillas hicieron oración y entonaron bellos cantos a la Virgen. Después con sumo cuidado tomaron el sagrado lienzo y de inmediato le hicieron un santuario.
María Ramos, se despidió y se marchó.
Ella compró algunas cosas que necesitaba y en las horas de la tarde emprendió el camino de regreso. Llegó justo antes del anochecer, juntó unos leños y preparó algo para comer.
Al entrar a la habitación, ya entrada la noche y con su mechón encendido se percató que su Virgencita, la que había dejado con los monjes en el pueblo, se encontraba en el mismo sitio donde ella la había colocado la noche anterior. No entendía lo que había sucedido pues estaba segura de haberla entregado.
Se acercó haciéndole una reverencia y un poco malhumorada le dijo:
-Pos madrecita, que jue, si yo a sumerce la dejé con esos curitas que sí tienen cómo cuídate. Ahora venís otra vez y te me apareces aquí. No ves que yo no tengo na bueno ni bonito pa date a vos.
Maria se dirigió nuevamente a la cocina y regresó con el mechón encendido y dirigiéndose nuevamente a la virgencita le dijo:
-Si ves seño bonita, debo poner esto a tus pies, pa que ilumine tu estancia y ruego pa que no amanezcas tizna y manchao tu traje con el hollín que sale de mi mechón.
Entonces decidió traer su cama hecha de cueros secos y extenderla allí, en la pequeña sala junto a la Virgen y se echó a dormir.
Con el alba, María Ramos se despierto, se persigno, hizo una reverencia hacia su acompañante. Salió de la casa para juntar leña seca y avivar el fuego. Preparo un poco de café, aso un pedazo de pescado y caliento unos trozos de yuca para desayunar,
Luego se cambió de ropa, saco su mantilla, toma la Virgencita y se dirigió al pueblo. Tras dos horas de camino llego nuevamente donde los monjes. Golpeo la gran puerta y al momento uno de ellos la atendió.
Este al verla y observar lo que traía en sus manos, sintió alivio pues sabía de qué se trataba.
Ella le explico lo sucedido y nuevamente entrego a la Virgencita.
Emprendió su camino de regreso, pensando que ahora sí, la Madre Celestial quedaría a gusto y tranquila en aquel lugar.
Llegó a su humilde vivienda pasado el mediodía, fue a su pequeña habitación y cambió su atuendo. Tenía tanto por hacer que la tarde pasó de prisa. Luego, ya casi oscuro prendió su mechón y cuando se disponía a dormir su sorpresa fue mayor al distinguir nuevamente a la Virgencita en el mismo sitio donde había permanecido los días anteriores.
Llevo sus manos a su rostro y con lágrimas en los ojos le recrimino a la Madre Celestial:
-Oh purísima Virgencita, que tá sucediendo, si te he dicho muchas veces, que yo no puedo tenete aquí. No ves que siempre tengo las narices negras de tanto hollín que produce el mechón y la leña, ¿cómo puede ser que queras estar así?
-Como te explico pa que me entendas, que lo mejor es que estes en el pueblo con todos esos caballeros que lo único que desean es tenete bien atendía. ¿poque no te das cuenta de que allí eres la madrecita de to un pueblo y en cambio yo no tengo na que ofrécete?
-Mañana te guelvo a llevá, pero debes quedate juiciosa allá.
Nuevamente María prendió el mechón a la virgencita y se acostó junto a ella.
Al despuntar el alba, ella se levantó a preparar su traguito de café, cocino un huevo y aso un plátano maduro. Después de comer, emprendió el camino al pueblo otra vez.
Al llegar al monasterio, los monjes estaban esperando su llegada.
Le dijeron que esa Virgen, era la Virgen viajera y que hasta que Ella misma decidiera no salir más, ni ellos, ni María Ramos podrían retenerla.
Nuevamente entrego a su Madrecita.
Regreso a su hogar, cansada y rogando para que ya su Virgencita no regresara más.
Mientras tanto en el pueblo ya se había corrido la voz de que una hermosa Virgen había aparecido en una humilde vivienda en Brotaré y que dicha Virgen se escapaba todas las noches para hacerle compañía a la indiecita.
Los rumores llegaron hasta Ocaña y es así como deciden que la imagen debe ser trasladada a esa localidad por tratarse Brotaré de un caserío perteneciente a ellos.
El primero del mes de agosto, antes de las seis de la mañana, una gran romería de personas provenientes de Ocaña, llegaron a Río de Oro con el propósito de llevarse a la Virgencita.
Al llegar al monasterio que era donde debía estar, lo encontraron vacío.
Entonces, habitantes de Río de Oro junto con los de Ocaña emprendieron el camino hacia Brotare, y claro, como era costumbre la adorable imagen de la Virgen se encontraba allá.
Tomaron la sagrada imagen y la ubicaron en un hermoso marco de madera y emprendieron el camino de regreso.
Los habitantes de Río de Oro salieron a las calles para darle el adiós a la Virgen.
Cuando llegaron al sitio intermedio entre las dos poblaciones conocido con el nombre de Los Vados, la imagen sagrada de la virgen se colocó supremamente pesada. Muchos hombres trataron de cargarla, pero era imposible, pues el peso de la imagen era demasiado.
Luego trataron de volver hacia atrás, en ese momento el peso de la imagen desapareció y se transformó en algo sumamente liviano.
Intentaron nuevamente continuar el camino hacia Ocaña y el exagerado peso retornó.
Fue entonces imposible trasladarla a Ocaña y optaron por devolverla a los monjes en Río de Oro.
De ahí en adelante las visitas de la Virgen a la indiecita fueron más escasas y esporádicas hasta que un buen día la Virgen Viajera nunca más dejó el hermoso santuario el cual habían hecho solo para Ella.
La sagrada imagen se conserva en un sitio llamado El Camarín de la Virgen, donde propios y extraños acuden con fervor a visitarla implorando su ayuda o como señal de agradecimiento por los favores recibidos.
Cada año, Río de Oro se engalana celebrando las fiestas en honor a la Virgen del Rosario, donde la Virgen Viajera es sacada de su Camarín para recorrer las principales calles del pueblo los días 7, 8 ,9 y 10 de septiembre. Luego de esos días es regresada a su morada habitual.
Está imagen de nuestra Virgen del Rosario ha sido venerada por todas nuestras culturas desde comienzos del siglo XVIII.
AUTORA: AMPARO ÁLVAREZ, TOTY (COLOMBIA)
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Amparo Álvarez – Toty, colombiana, nacida en Río de Oro departamento del Cesar. Hija de Roberto Álvarez y Victoria Barbosa. Egresada de la Universidad Francisco de Paula Santander, seccional Ocaña. Licenciada en educación Básica con énfasis en Humanidades y lengua castellana. Casada a la edad de 18 años. Tengo escritos cuentos, poemas y relatos, la mayoría basados en anécdotas vividas.