Cuando La Voz Del Bosque Soñaba Con Máquinas

El amanecer no era real. Isla Quidel lo sabía desde niña. El sol se alzaba con precisión matemática, sin titubeos, sin sombras accidentales. El viento entraba en las cúpulas de la Reserva Andina Nº 7 como un soplo domesticado, calculado por las máquinas de clima que respiraban por la humanidad desde hacía siglos. La Tierra ya no era un planeta, sino un sistema de archivos. Cada montaña, cada río, cada hoja, era un modelo biotecnológico que vendían “autenticidad” en cuotas. En los cielos no quedaban aves, solo diminutos dispositivos de…

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