La Sed

El aguacero cesó como a las cinco de la tarde, después de un fin de semana torrentoso, que no era extraño de ninguna manera, porque hacía parte de las lluvias de abril. Las precipitaciones fueron abundantes, y, aunque no causaron mayores daños, sí inundaron los caminos veredales, rebasaron las lagunas y sobrellenaron el embalse de Las Sardinas que quedaba cerca del pueblo y proporcionaba el agua que surtía el rudimentario acueducto. Había sido un invierno largo, que comenzó, cosa rara, a mediados de febrero, el mes en que nunca llovía.…

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