Vivo en un pueblo de Colombia, al sur del departamento del Cesar. Río de Oro, es mi pueblo natal. Nací, en una familia totalmente religiosa, católica y numerosa.
Soy la número 12 entre 15 hijos que engendraron mi mamá y mi papá.
Soy la última en nacer de las primeras gemelas, luego siguieron otro par de gemelas que con ellas se agrandó la suma y todavía otra hermana nació y completó los 15 hijos del amor entre Roberto Álvarez y Victoria Barbosa.
Nos criamos entre dos pueblos vecinos, Aguachica y Rio de Oro.
Nuestra abuela materna, que la llamábamos mamá Chefa, influyó mucho en nuestra crianza. De mamita y mamá Chefa aprendimos el amor, el respeto, la tolerancia, la bondad, la perseverancia, constancia y claro, también todas las creencias religiosas.
Cuando estábamos pequeños y luego grandes, todas las noches rezabamos el rosario de la virgen, cada día tenía sus misterios.
Oh, pero en el mes de mayo, eran dos rosarios los que debíamos contestar. Además del de la virgen, existía otro que era a la santa cruz. Mamita era fiel devota a la santa cruz, le tenía una inmensa devoción. El 3 de mayo se realizaba y se sigue realizando la fiesta a la Santa Cruz.
Entonces ese día y muchos otros, debíamos buscar muchas ramas de un arbolito llamado mirto y con ellas mamita le hacia el altar sobre una mesa como simulando el monte de Getsemaní. Su Santa Cruz de madera era de tamaño grande, pintada de color verde por ella misma, además le colocaba una pequeña bolsa de tela roja que contenía unos granos de arroz, frijoles y un poco de café. Esa pequeña bolsa la situaba en la unión de la madera que formaba la cruz y así, su santa cruz era ubicada en el centro de su bonito altar. Colocaba además, muchas veladoras, jarrones con flores y palmas, le quedaba muy bello y en un rinconcito de su altar tenía una cajita que contenía 10 granos de frijol rojo o maíz seco. Esto con el fin de saber las vueltas que se le daban a la camándula.
Ella se veía radiante, orgullosa y feliz. Su altar quedaba esplendoroso, magnífico, casi tan real como el de la iglesia, pero el de ella era más pequeño.
A las ocho de la noche teníamos que organizarnos alrededor del altar, mamita siempre se ubicaba en el centro para vigilarnos mejor y evitar que nos riéramos o hiciéramos alguna otra cosa. Y hay de aquel o aquella que sonriera o se moviera mucho, recibía de inmediato un correazo (porque la correa estaba siempre en sus piernas), o un pellizco como mínimo.
Mamita comenzaba a hacer sus oraciones así: Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, señor, Dios nuestro…etc.
Luego comenzaba con la novena a la santa cruz que dice así:
En el valle de Josafat,
me encontraré con satanás
Y le diré: vete, vete satanás
Apártate de mí y de todos los míos
Porque el día de la Santa Cruz
Y durante el mes de mayo
Diré mil veces Jesús.
Y aquí empezábamos a contestar con muchas ganas y fuerte voz: Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, así terminábamos la primera ronda. Al terminar la primera decena del rosario, ella tomaba uno de los granitos de frijol o de maíz y lo colocaba aparte. De esta manera nunca se le perdía la cuenta de las decenas que iban pasando.
Nuevamente mamita decía:
En el valle de Josafat,
Me encontraré con satanás
Y le diré vete, vete satanás
Apártate de mí y de todos los míos
Porque el día de la Santa Cruz
Y durante el mes de mayo
Diré mil veces Jesús
Todos contestábamos, Jesús, Jesús, Jesús. Jesús.
Nos daba sueño, bostezábamos y bostezábamos, nos picaban los zancudos cuando estábamos en Aguachica o nos rascaba la cabeza, las piernas, los brazos, todo. Pero, el rosario continuaba.
Mamita estaba pendiente y si alguno no contestaba y estaba lejos de su alcance entonces levantaba la voz mirando a esa persona y le boleaba ojos. Siempre todos atentos y sin mirarnos los unos con los otros porque nos daba risa y un juetazo sentía el que estuviera cerca de ella y se hubiese reído.
En esos rezos algunas veces mamita se dormía y hablaba de otra cosa y hasta peleaba, también hubo días en que estando dormida y diciendo Jesús, Jesús, Jesús exclamaba: Jesús Durán y todos soltamos la risa. Ella despertaba y nos miraba con cara de asombro y vergüenza al darse cuenta de que estábamos rezando el Jesús, Jesús. Entonces ponía cara de seria, aunque ella también reía y continuaba con el rezo. Cuando íbamos como en los 500 Jesús, ya nuestro rezo era jesú, jesú, jesú, jesú, jesú. Por la forma tan rápida de responder o tal vez por cansancio.
Al terminar eran en total 1.000 veces Jesús que decíamos por noche.
Hubo ocasiones en que mamita permitía que alguna de nosotras tomara la cajita de los frijolitos y allí se aprovechaba para pasar de dos pepitas para poder terminar el rezo, nos cansaba permanecer tanto tiempo sentados y quietos. Ella nunca se dio cuenta, aunque en algunas ocasiones decía que sí que habíamos terminado rápido.
Siempre, al terminar el rosario nos reíamos y hablábamos de las pequeñas cosas que sucedían mientras contestamos el rosario.
Esto lo hizo mamita durante toda su vida, claro está los que estuvimos cerca de donde ella vivía la acompañamos en su Jesús, Jesús, Jesús.
Su devoción por la santa cruz fue tanta, que, el segundo de sus 37 nietos nació un 3 de mayo.
Ella deseaba que su nombre fuera Crucito, pero sus padres no estuvieron de acuerdo y lo llamaron Joaquín.
Noventa años cumplió mamita y ese último año 2022 antes de su muerte también lo hicimos en el mes de mayo.
Ella le ponía toda su devoción y amor a su Santa Cruz, a su calvario y a sus oraciones.
Hoy que mamita no está, esos hermosos recuerdos de momentos vividos a su lado son maravillosos y seguirán siendo el mejor y mayor tesoro que pudo dejar en nuestras vidas y en la vida de todos sus nietos.
Estará presente en cada fecha especial que vivimos junto a ella.
AUTORA: AMPARO ÁLVAREZ, TOTY (COLOMBIA)
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Amparo Álvarez – Toty, colombiana, nacida en Río de Oro departamento del Cesar. Hija de Roberto Álvarez y Victoria Barbosa. Egresada de la Universidad Francisco de Paula Santander, seccional Ocaña. Licenciada en educación Básica con énfasis en Humanidades y lengua castellana. Casada a la edad de 18 años. Tengo escritos cuentos, poemas y relatos, la mayoría basados en anécdotas vividas.