El Caminante

Nadie pregunto de donde venía, o hacia qué lugar enrumbaban sus pasos. Se limitaron a verlo pasar, arrastrando un poco los pies como si caminar le doliera, o llevara sobre sí un peso que nadie lograba ver. Detrás de él iba dejando un rastro delgado de piel sangrante raída por las piedras del sendero. Los más curiosos miraban, sin moverse de sus lugares, como quien ve algo así todos los días, inmutables. El resto pasaban de largo y a prisa, empujándolo incluso muchas veces cuando su andar lento les entorpecía…

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