Fotografía: La guionista de ‘Aquí donde estoy’, María Castro, y el dibujante Tyto Alba / EFE – Astiberri Ediciones
‘Aquí donde estoy’, con este eufemismo comenzaban los soldados las cartas durante la guerra civil para ocultar sus posiciones, pero también es el título de un cómic, editado por Astiberri, que narra la vida de un chaval de 18 años que sobrevivió a la batalla del Ebro y las 54 cartas que envió a su madre y hermanas.

Fotografía: Viñeta del cómic ‘Aquí donde estoy’ / EFE – Astiberri
En entrevista concedida a la Agencia EFE, la guionista del cómic María Castro (Madrid, 1969) explica que conoció a Gabriel León en Tarragona, cuando ya había cumplido 99 años, y a su hija Montse que depositó en sus manos la correspondencia que guardaba la familia y que la autora asumió con la «responsabilidad de transmitir un legado», primero en cómic y luego en un documental que emitirá la productora Filmin el 23 de enero de 2026.
En la decisión de contar la historia en formato cómic y no como una novela tuvo que ver el hijo de la autora, que tenía 17 años cuando conoció a Gabriel, casi la misma edad que éste cuando fue al frente: «Pensé que el cómic era la mejora manera de llegar a la gente joven».
UNA CARTA CADA DOS DÍAS: 115 DURÓ LA BATALLA
Tres viajes hizo la guionista del cómic a Segura (Tarragona), el pueblo de Gabriel, para entrevistarle y recorrer con él los espacios de la batalla del Ebro: «Aunque tenía 99 años entonces (2019) estaba muy bien, físicamente y de cabeza, y con muchas ganas de que lo que contaba fuese publicado».
En total, Castro dispuso de las 54 cartas, enviaba una cada dos días (115 duró la batalla), siempre a su madre y hermanas intentando no preocuparles, gastando bromas y pidiendo que le escribieran de vuelta.
No suele hacer referencia a los muertos ni al miedo, sus alusiones son humorísticas: a los piojos, a los bombardeos, a la comida y a la lluvia.
«Ahora mismo me han dado una careta como a todos, no sé por qué será, puede que empiece el carnaval», cuenta el protagonista en una de las cartas que se recogen en viñetas. El humor fue el escudo al que recurrió para proteger a su familia.
«Aquí llegué bien (bien negro del tren)» o cuando avisa de que encuentra la puerta cerrada: «me da lo mismo, por la pared también puedo pasar».
La autora del guión lamenta que Gabriel León no llegase a ver el cómic ni el documental, falleció a punto de cumplir 100 años, durante la pandemia: «No llegamos a tiempo».
«Gabriel estuvo muchos años sin hablar, como le pasa a la gente que atraviesa traumas de este tipo, además era del bando perdedor y el silencio con 40 años de franquismo ha acompañado a generaciones», señala.
UN CÓMIC QUE APORTA A LA MEMORIA HISTÓRICA
A Castro le gustaría que el cómic se considerase memoria histórica, y que se valore lo difícil que es encontrar a supervivientes que hablen: «El trauma es muy grande y más en el caso de Gabriel, que era adolescente».
«Es un testimonio singular que aporta a la memoria histórica. Gabriel nos puede enseñar muchas cosas del sinsentido de la guerra».
La autora, que ha publicado varios libros de relatos, novela documental y álbumes infantiles, reconoce que este volumen de 54 cartas de toda una batalla es inusual, «más aún por ser del bando de los vencidos, ya que los supervivientes solían quemar toda la correspondencia».
«Creo que tenemos una deuda con esta generación. Fueron chavales que sacaron de sus casas con 17 y 18 años (hasta 27.000 formaron la ‘quinta del biberón’). Merecen que les recordemos».
ILUSTRACIONES A MODO DE BRUMA
También en una entrevista que le concedió a la Agencia EFE, el ilustrador Tyto Alba (Badalona, 1975), autor de las ediciones gráficas de ‘El infinito en un junco’ o ‘El olvido que seremos’, revela que se siente cómodo con biografías y, en este caso, con la mirada de una persona sobre sus recuerdos.
Alba no llegó a conocer personalmente a Gabriel aunque le hubiera gustado y admite que para ilustrar el guión se basó en documentación de la época, de la ropa y del ejército.
El ilustrador también participa en el documental que se emitirá en enero del próximo año.
Dice el dibujante que recurre generalmente a la acuarela y en esta ocasión a la aguada «por ser una forma de trabajar que queda como bruma», conveniente para plasmar esa época.
Reconoce que según avanza el cómic cambia el estilo con escenas oníricas como cuando Gabriel dice que caen melones (bombas) del cielo, así que se permite literalmente dibujarlos.
Cree el historietista que este no es un libro más sobre la guerra civil, coincide en que es un texto que homenajea la memoria, «y tal y como están las cosas, tiene todo el sentido».
FUENTE – AGRADECIMIENTO
Agencia EFE
Nota Original – Begoña Fernández

Equipo Escritores Rebeldes