Una constante vibración interrumpió mi sueño profundo; era mi móvil en el bolsillo derecho de mi pantalón avisando sobre una llamada. Estaba bastante cansado, pero no podía permitirme ignorarla. Solía dormir boca abajo y para poder alcanzar el móvil y ver quién llamaba, tuve que moverme en dirección opuesta, quedando con la mirada al techo. Mis ojos, aún borrosos por el sueño, se despertaban lentamente mientras deslizaba mi mano derecha hacia el bolsillo, el cual no dejaba de vibrar. Toqué la superficie lisa del celular y lo saqué, dirigiéndolo frente…
Leer másAutor: Santiago Villa Ortiz
Santiago Villa Ortiz, escritor nacido en Cúcuta, pero criado en el Quindío desde una semana de nacido (poeta, cuentista y ensayista). Director de la editorial independiente El Observador, futuro licenciado en Literatura y Lengua Castellana en la Universidad del Quindío con una propuesta meritoria. Ha tenido diferentes publicaciones en revistas como: Polilla, Pesadillas y Ensoñaciones, Revista alcantarilla.
La escritura se ha convertido en el refugio que lo ha ayudado a afrontar las diferentes situaciones a lo largo de su vida. Cree que la literatura más que un arte es el pensamiento en sí mismo. Ha tenido varios escritores, profesores, tutores como referentes para su desarrollo literario: Yenny Zulena Millán, Juan Manuel Acevedo, Edgar Poe, Gabriel Garcia Maquéz, Carlos Castrillón, Edwin Vargas, Elias Mejia y Jorge Luis Borges.
Una de sus mayores metas es convertirse en un escritor con una alta calidad escritural tanto dentro como fuera del país.
Amor Sombrío
No le costó mucho captar mi atención. Una simple mirada fría y un semblante serio fueron suficientes para cautivar a este pequeño estorbo de vida. Mientras otras mujeres recurrían a métodos sensuales y simpáticos, ella, con su indiferencia y negligencia ante mis ansias de poseerla, se adueñó de los rincones más oscuros de mis deseos. Estaba dispuesto a entregarle incluso mis pensamientos más profundos, mi vida misma, y hasta mi muerte. No sabía cómo acercarme a ella, temía que cualquier muestra de emoción o intento de acercamiento pudiera ahuyentarla. Aun…
Leer másDoña Pastora
La pobre anciana, con la mirada fija en el cielo, determinó que la noche estaba a minutos de realizar su presentación rutinaria. Tomó las llantas de su silla con ambas manos y retrocedió, alejándose de la puerta de su hogar desde donde observaba a los escasos viajeros que pasaban por su casa. Algunos la saludaban, mientras que otros desviaban la mirada en dirección opuesta a los ojos de la anciana. Su cuerpo, ya un tanto oxidado, le dificultaba incluso el simple acto de cerrar una puerta. Cuando la vejez se…
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