Dedicado a Carmen y Adela
La mamá de la serenidad en sus ojos era mi abuela. La de sonrisa escasa, también. Y siempre fueron así, apacibles y de fugaz sonrisa. Sin embargo, cuando en su rostro se dibujaba una, destrozaban las tristezas de la almohada. Una foto de ellas así en mi álbum gordo, es perfecta. Ni siquiera había empezado a amanecer cuando ya tenían la ruta trazada del amor. No regresaban a la mesa sin el pan. Salían a batallar en días arriesgados y bravíos y nunca expusieron su pundonor. Colgaban cuadritos de santos y vírgenes en las paredes de la casa y les rezaban para que no tropezáramos al ir a la escuela. Los pellizcos por brincar encima de las camas eran suaves e incompletos porque no juntaban sus dedos índice y pulgar para enroscarnos el corazón. Por las insubordinaciones de la prole no hacían más que “torcernos los ojos” y cantaletear, diciéndonos “lombricientos”, que “nos entraba por una oreja y nos salía por la otra”. Éramos unos ángeles sumisos y espantadizos, y nos reprendían susurrantes. Nos protegían de las modas y del barro en los ojos. Al regresar del colegio, se acurrucaban plantando los pies y las rodillas en alto para besarnos, suspirando y escarbando con sus ojos los de nosotros para hurgarnos desánimos y darnos aliento. Fueron momentos privilegiados en la casa la cual dejaban impecable después de las diabluras. Las alcobas y el patio los habíamos dejado desvencijados y arrebozados de mugre. Los sermones de una de ellas inspiraba la defensa de la otra. Tenían manos milagrosas para partir el pan, servir la “aguapanela” o para acariciarnos. Dos madres, un sentimiento único y arrebatador. Madres, realmente, no hay sino dos. Dos madres, un abrazo a dúo, son lujo. Todo un milagro, más allá de todos los milagros. Al mundo no se le partirá ningún corazón por los pellizcos que perviven en mi piel, pero a mí, aquella sonrisa escasa me ilusiona y otro sermón de ellas me pondría a pasear por la calle enloquecido. Quisiera ser un ángel vengador. Quedé para honrarlas y para inventar el amor.
AUTOR: JOSÉ LUIS RENDÓN (COLOMBIA)
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José Luís Rendón C. Nació en el Municipio de Argelia (Antioquia) – Colombia. Titulado como Profesional en Comunicación Social. Ha sido corresponsal de prensa alternativa independiente, cronista, periodista y locutor de radio. Cuentos: LEOCADIA, obra ganadora del primer puesto del concurso de cuento “Carrasquilla Íntimo” convocado por El Colegio de Jueces y Fiscales del departamento de Antioquia-Colombia y publicado en la revista Berbiquí. Cuento: EL MONSTRUO DE LA PLATANERA (inédito).
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