El sol comenzaba a ponerse sobre la ciudad de Neosterra, cubriendo los rascacielos con tonos de naranja y rosa. En el corazón de la ciudad, Ava Storm, una mujer alta y esbelta con el cabello plateado ondeando como una tormenta de belleza y exuberancia, se encontraba en lo alto de una azotea. Su mirada aguda escudriñaba las calles, siempre alerta ante cualquier indicio de peligro. Con un gesto de su mano, podía convocar tormentas y controlar el clima, un don que utilizaba para proteger su ciudad. En las sombras, Cyrus Blaze, un impetuoso joven con el cabello rojo ardiente con una chaqueta de cuero que parecía haberse fundido parcialmente por el calor de sus poderes, se preparaba para lanzar una bola de fuego hacia un grupo de criminales que robaban una tienda. Justo cuando estaba a punto de atacar, de manera imprevista apareció una grieta luminosa en el cielo, y de ella emergieron dos figuras imponentes. Aldara, una guerrera con una armadura reluciente y una espada que emitía un brillo etéreo, se lanzó al combate sin dudarlo, mientras que Fenrir, un hombre corpulento con una barba espesa y una mirada feroz, comenzó a transformarse en un lobo gigante. Ava y Cyrus, por la aparición de estos extraños, desconcertados junto con el resto de los ciudadanos que presenciaban la escena, se vieron obligados a poner en pausa su pelea contra los criminales y enfocarse en estos recién llegados.
«¿Quiénes son ustedes?» gritó Ava, levantando una barrera de viento alrededor de los intrusos.
«No somos enemigos,» respondió Aldara, su voz resonando con una autoridad tranquila. «Venimos de otro mundo. Algo está muy mal en el tejido de nuestras realidades.»
Antes de que pudieran seguir hablando, una figura oscura emergió de la grieta que aún permanecía abierta. Nexar, un ser de sombras con ojos brillantes como brasas, observaba el mundo con una ambición voraz. Ava y Cyrus, aún reticentes, se encontraron luchando codo a codo con Aldara y Fenrir contra las criaturas oscuras que Nexar traía consigo. La batalla fue feroz, con rayos y fuego entrelazándose con la magia ancestral de Aldara y la brutal fuerza de Fenrir.
Tras minutos de intensa lucha, lograron repeler la primera oleada de ataques. Reuniéndose en una azotea destruida, las tensiones eran palpables.
«Necesitamos entendernos,» dijo Ava, su voz firme pero cansada. «¿Quién diablo era ese?»
«Es Nexar es una entidad antigua, expulsada de nuestro mundo por eones atrás,» explicó Aldara. «Las grietas interdimensionales lo han liberado. Busca consumir dimensiones para hacerse más poderoso.»
«¿Y por qué deberíamos confiar en ustedes?» replicó Cyrus, con su temperamento.
«No tienen opción,» intervino Fenrir, aún con ojos que brillaban con intensidad lupina. «Nexar es una amenaza para todos.»
La discusión fue interrumpida por una figura etérea que emergió de una grieta cercana. La Reina Selene, una mujer de una belleza sobrenatural con un halo de luz alrededor de su figura, se presentó como la guía que necesitaban. Selene explicó que para detener a Nexar necesitaban artefactos específicos dispersos por diferentes dimensiones. Así comenzó su odisea a través de portales hacia mundos extraños y maravillosos. En el primer mundo, un desierto infinito bajo tres soles, enfrentó tormentas de arena y bestias colosales. Aldara, utilizando su habilidad para invocar espíritus animales, convocó a un águila gigantesca que los ayudó a localizar el primer artefacto, una piedra brillante incrustada en la cima de un obelisco antiguo.
En otro mundo, una ciudad submarina iluminada por corales bioluminiscentes, tuvieron que superar a seres anfibios que hacían su labor de guardianes para recuperar un tridente dorado. Ava usó su control sobre el clima para manipular las corrientes marinas y abrir caminos seguros a través de las profundidades. Cada dimensión ofrecía desafíos únicos que ponían a prueba su confianza mutua y sus habilidades individuales. Cyrus, con su imprudente característica, por otro lado, aprendió a valorar la planificación y la estrategia de Aldara.
De vuelta en Neosterra, el impacto de Nexar se hacía sentir. La ciudad estaba siendo consumida lentamente por un caos y oscuridad palpable, el ambiente se podía cortar con un cuchillo. Con los artefactos reunidos, Se reunieron en la plaza central, ahora un campo en ruinas, los héroes y guerreros se vieron frente al escenario de la batalla final.
«Nuestra única oportunidad es usar estos artefactos juntos para debilitar a Nexar,» explicó Selene. Que por arte de magia hay detrás de los protagonistas. «Pero uno de nosotros tendrá que sacrificarse para sellarlo de una vez por todas». Mientras ellos se observaban entre ellos, preguntándose: “quien de ellos seria”, sintiendo el efecto propio del compañerismo logrado en esta situación, la pena de perder un amigo. Nexar apareció, imponente y poderoso. Iniciando una intensa lucha. Fenrir, en su forma de lobo gigante, derribó hordas de criaturas oscuras, mientras que Ava y Cyrus combinaron sus poderes elementales para mantener a raya a Nexar. Aldara, con su espada brillante, luchó con gracia.
Sin embargo, a medida que la batalla avanzaba, se hizo evidente que no podrían mantener el ritmo indefinidamente. Nexar, enfurecido e impaciente, comenzó a enfocarse en Aldara. Ava intentó protegerla, pero Aldara sabía lo que tenía que hacer.
«Aldara, no puedes…» empezó a decir Cyrus, pero ella lo interrumpió con una mirada firme.
«Esto es más grande que cualquiera de nosotros,» dijo Aldara. «Mi espíritu vivirá en ustedes.»
Con un último y poderoso ataque, Aldara canalizó la energía de los artefactos hacia Nexar. La luz pura emanó de ellos, sellando a Nexar y sus oscuras hordas en una prisión eterna. En el proceso, Aldara se desvaneció, su sacrificio salvó a ambos mundos.
El silencio cayó sobre la plaza. Los portales comenzaron a cerrarse y la oscuridad se disipó. Ava, Cyrus y Fenrir se reunieron, exhaustos pero victoriosos. Neosterra comenzó a sanar. Aldara había desaparecido. Ava y Cyrus continuaron protegiendo la ciudad, siempre recordando las lecciones, la experiencia y los nuevos amigos que hicieron. Fenrir regresó a su mundo, con una nueva historia que contar. Selene, en su reino eterio y lunar, observaba las estrellas, sabiendo que habían asegurado el equilibrio del multiverso.
Aunque la experiencia había acabado, se estaban preguntando; “¿Alguna vez se volverían a reunir de nuevo?”.
AUTOR: FRANCISCO ARAYA PIZARRO (CHILE)
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Francisco Araya Pizarro. Nacido en 1977 en Santiago de Chile, Artista Digital, Diseñador Gráfico Web, Asesor en Marketing Digital y Community Manager para empresas privadas y ONGs asesoras de las Naciones Unidas, Crítico de Arte, Cine, Literatura, además de Investigador. Y Escritor de Ciencia Ficción, donde en su blog comparte sus relatos cortos en: www.tumblr.com/franciscoarayapizarro