Con manos grandes, el cuerpo cubierto de una larga cabellera, uñas largas y afiladas, el Mohán en zonas rurales del Tolima era señalado de ser el hombre que generaba temor entre las mujeres campesinas que les gustaba frecuentar los ríos en horas de la tarde. Narran historiadores que este aparecía sentado fumando cigarrillo sobre una piedra a la orilla del río, y que por arte de magia desaparecía a las jovencitas, pero, más allá de los relatos que lo contemplan como un hombre tenebroso, y hasta macabro, algunos manifiestan que el Mohán no era un mal tipo.

Cuenta la historia que en el río Magdalena, en el Puerto de la Caimanera ubicado en el Espinal (Tolima), cantaba y se aparecía el Mohán: un hombre corpulento, de larga cabellera, barbado y lleno de atuendos con un tabaco en su mano. Algunos lo describen como un indígena moreno, acuerpado y con dientes de oro; otros como un ser malvado, traicionero, risueño y señor de las aguas.
Hay un gran número de cuentos que afirman que se enamoraba de las mujeres que lavaban a las orillas del río Magdalena y, era tanta la cacería que les hacía, que lograba llevárselas bajo promesas de juventud eterna para perderlas en las profundidades de las aguas con paisajes de corales y una cueva gigante llena de tesoros. Se dice que los pescadores le llevaban tabaco y licor como forma de pago para que los dejara pescar tranquilos, y el Mohán, en retribución, les daba la mejor pesca.
Pero más allá de los relatos que lo contemplan como un hombre tenebroso, y hasta macabro, algunos manifiestan que el Mohán no era un mal tipo. Rodrigo Bermúdez, gestor cultural e historiador del Espinal, asegura que “el Mohán resguardaba mucho que no fueran a dañar el pescado pequeño. Cuentan que sus apariciones eran una forma de enviar un mensaje en defensa del río Magdalena, conocido también como Yuma (río amigo,) y en busca de su bella amada”. El Mohán vivía enamorado de jovencitas en plena edad de la pubertad. De ahí la canción de Garzón y Collazos (El Río y El Mohán) en la que narran como lloraba su pena y era un prisionero del parque mitológico del Espinal junto a su lavandera donde él, es el rey.
Otros relatos afirman que se aparecía como Poira en el río Coello, una especia de trasfiguración del Mohán, de allí se habla de las “Cuevas del Poira”. Lo cierto es que cuando se habla del Mohán o Poira, en el Tolima, se hace alusión al mismo personaje. Con él hay muchos mitos como la madre monte, la pata sola, el guando, el pájaro silbador, la mula de rafles, la llorona y los tunjos; pero el rey de toda la mitología que se ha concentrado y vivido en el corazón de los campesinos es el Mohán, quienes aseguran haberlo visto.
Es tanta la tradición cultural que existe en esta parte de Colombia alrededor de este personaje, que desde el 2012, se celebra en septiembre el festival del Rio y el Mohán en la Caimanera (Espinal), en el que habitantes y turistas pueden participar en el concurso del mejor viudo de pescado, el reinado departamental y el mejor Mohán.
Y aunque esta leyenda trascienda de generación en generación, sigue siendo todo un misterio pues nadie se atreve a augurar una futura aparición. Lo que sí es real es “El Parque Mitológico del Espinal (Tolima)” inaugurado en el año 1993, escenario también de las fiestas de San Pedro en la segunda ciudad más importante de este departamento. Un sitio donde la imagen y las figuras de estos personajes mitológicos están plasmados y perdurarán por siempre como evidencia de que sí existieron.
Tanta coincidencia en las historias a orillas de uno de los ríos más importantes de Colombia, hacen que El Mohán, continúe siendo una de las figuras mitológicas más elaboradas; que alimenta toda la curiosidad e imaginación en decenas de relatos de sus pobladores y en cada tradición o creencia ancestral
LAS ANECDOTAS EN TORNO AL MOHÁN
“Es verdad, en la casa mi abuelita nos decía que cuidado con ir solas en la tarde al río porque el Mohán nos llevaba y uno fue creciendo con la imagen de ese hombre malo que nos podía desaparecer”, dice Amparo Lozada, habitante de El Espinal, Tolima.
Son muchas las historias que se tejen en los municipios del Tolima por donde atraviesa el río Magdalena. Cuentan cronistas que el mitológico personaje vivía en una cueva y solo salía para conquistar a las mujeres jóvenes y a los pescadores.
“En la región central del Magdalena, desde Hilarco, en Purificación, hasta Guataquisito en Coello, los episodios eran diferentes. Allí se les presentaba como un hombre gigantesco, de ojos vivaces tendiendo a rojizos, boca grande, de donde asomaban unos dientes de oro desiguales; cabellera abundante de color candela y barba larga del mismo color”, explica Tiberio Murcia, miembro del Centro de Historia de Honda.
Entretanto, Rocío Palma, habitante de Purificación, dijo que cuando tenía 12 años, escuchaba que el Mohán era enamoradizo y que perseguía mucho a las lavanderas, además, que su apariencia era de ser adinerado con muchos anillos y que solía enamorarse de las muchachas jóvenes de la ribera.
En el caso de los pescadores, el temor era que el Mohán les volteara las canoas y perdieran el trabajo del día. “Contó mi abuela que se escuchaban las sus risotadas y griterías y que muchas veces lo vieron pasar en una balsa tocando guitarra o flauta”, recordó Gustavo Arias, habitante de Suarez, Tolima
Frente a las anécdotas que giran en torno al mitológico personaje, algunos habitantes de los municipios Espinal, Suarez, Natagaima, Honda, entre otros, no se atreven a pasar solas ni en la noche por el río Magdalena porque creen que el Mohán sorpresivamente puede aparecer.
FUENTE – AGRADECIMIENTO
Nota Original – Jesús Díaz (Chaparral – Tolima)
RADIO NACIONAL DE COLOMBIA
RTVC – SISTEMA DE MEDIOS PÚBLICOS
Bogotá – Colombia

Equipo Escritores Rebeldes