El documental cuenta la historia y el rescate de los niños que sobrevivieron 40 días en la selva después de un accidente aéreo

Los niños perdidos contó con la dirección de Orlando Von Einsiedel, ganador del premio Oscar por su documental Los cascos blancos. Foto cortesía Colprensa/Netflix.
Existen múltiples formas de abordar una misma historia, y así ha quedado demostrado con los distintos trabajos que han sido publicados sobre la asombrosa historia de los niños indígenas que sobrevivieron a un accidente aéreo en el corazón de la selva amazónica colombiana, logrando mantenerse con vida solos por 40 días.
Ha pasado poco más de un año del accidente y ya se han publicado libros, una película dramatizada y varios documentales, el más reciente se acaba de estrenar en Netflix, Los niños perdidos, bajo la dirección Orlando Von Einsiedel, ganador del premio Óscar por su documental Los cascos blancos, que le sigue el paso a un grupo de jóvenes de Siria que han dejado sus profesiones para ejercer el voluntariado, sin ningún tipo de experiencia y que también se puede ver en esa plataforma.
Von Einsiedel, de destacada trayectoria como director, también estuvo nominado al Óscar por Virunga, que cuenta la historia de unos guardabosques que arriesgan la vida para salvar un valioso parque de África y sus gorilas al borde de la extinción. También está disponible en Netflix.
Dos importantes antecedentes para darle una oportunidad a su versión de una historia que asombró al mundo de cómo cuatro niños, entre los 11 meses y 13 años de edad, lograron sobrevivir en lo más profundo de la selva amazónica.
Junto a él, en esta nueva producción participaron el colombiano Jorge Durán y el británico-peruano Lali Houghton, presentando nuevos testimonios de primera mano y material de archivo de quienes arriesgaron sus vidas para buscarlos, entre ellos miembros del Ejército, rescatistas indígenas voluntarios y familiares de los niños.
Con su estreno el pasado 14 de noviembre en la plataforma Netflix, sus realizadores hablaron de la producción del documental y su forma de abordar la temática de esta historia que aún parece no terminar.
Los niños perdidos profundiza en la relación que se generó entre el grupo de soldados que iniciaron las operaciones de rescates y búsqueda, junto al grupo de voluntarios indígenas, que históricamente no han logrado tener buenas relaciones, por los abusos de las fuerzas militares y el olvido estatal hacia las comunidades indígenas.
“Son millones de personas las que han sido inspiradas por historias locales que al final son de impacto universal, con resiliencia y fortaleza para el ser humano. Son historias que nos interesan, donde se busca el aprendizaje que existe detrás de los hechos, como sucede en este caso, con el encuentro de dos grupos históricamente divididos y tener que trabajar juntos, superar décadas de desconfianza es inspirador en un mundo polarizado, lo cual me impactó desde el inicio”, comentó el director Orlando von Einsiedel.
Mientras va relatando cada uno de los momentos cruciales de los 40 días de búsqueda, el espectador se encuentra con la transformación de los militares que le apuestan a su alta tecnología para la búsqueda y rescate, mientras van reconociendo que la selva tiene su propio espíritu.
Un trabajo arduo que contó con varias fases. “Es una película basada en un archivo ambicioso, con entrevistas maestras en un proceso de más de ocho meses, hasta que nos dimos cuenta de que el archivo no alcanzaba, por lo que necesitábamos de una solución creativa y original reconstruir los huecos del archivo, buscando videos en las cámaras y teléfonos de indígenas, periodistas y militares. Creo que es una película con más de cinco formatos de grabación, lo que es extraño”, comentó Jorge Durán.
Para realizar las grabaciones necesarias se trasladaron al Amazonas para encontrarse allí con varios de los protagonistas de la búsqueda y la hazaña del rescate de los cuatro niños perdidos en la selva.
“Era invaluable ir a la zona donde vivían los niños, y logramos tener la ayuda de muchas personas que ya habían hecho reportajes allí, porque son comunidades indígenas que por décadas han tenido que convivir con actores armados, constantemente cambiantes, por lo que siempre son muy prevenidos. Toda esta tensión en medio de uno de los paisajes más hermosos de Colombia”, dijo Lali Houghton.
Con ello, el espectador se acerca al mundo de los niños antes del accidente, con los relatos de su tía y su maestra, recorriendo la casa que la madre de los pequeños intentaba, en medio de la escasez, construir “una realidad fronteriza olvidada por el Estado y que fue el inicio de toda esta historia”, continuó Houghton.
Según Orlando von Einsiedel, “fuimos bendecidos con un montón de seres humanos, entre guardia indígena y militares, con todo el material que habían grabado con sus cámaras y celulares. En ese material es donde se ve la reacción de las personas de estar en la selva por semanas, lo que quedó plasmado en el documental”.
Las grabaciones en la selva no suelen ser fáciles, entre cambios de clima hostiles, junto a todo tipo de insectos, por lo que el equipo de producción debía evaluar constantemente cada uno de los riesgos.
“Teníamos que cultivar una relación con ellos porque tenían desconfianza en lo que hacíamos, pero los invitamos como maestros de su cultura, lo que requiere una apertura nuestra y una verdadera curiosidad, conociendo su contacto espiritual y las plantas sagradas, porque la selva pensante es difícil entenderlo desde la mente occidental”, continuó el director.
Según Durán, “cuando estás 40 días metido en una selva en un espíritu colaborativo y altruista, donde se borra la etnia, el uniforme y hasta las cosas que quedaron en el pasado, fue maravilloso y eso era lo que queríamos retratar”.
Para Houghton “Los niños perdidos es una fábula contemporánea que tiene algo que enseñarnos por generaciones, por eso tiene tantas versiones, y nosotros intentamos hacer la más genuina. Más allá de la tecnología del mundo, fue a través del yagé y el viaje espiritual que se presenta perfectamente la magia de la selva”.
En un momento de la producción pensaron en solicitar los permisos necesarios para hablar con los niños, quienes están actualmente bajo la protección del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, pero tras consultar a especialistas, como psicólogos, aseguraron que podría llegar a ser traumatizante, por lo que buscaron otra manera de contar la historia.
FUENTE – AGRADECIMIENTO
Periódico El Colombiano (Medellín – Colombia)
Colprensa

Equipo Escritores Rebeldes