Don Héctor era un experto en pinturas,
y pintó muy bien sus sueños.
Por Fernando Vanegas Moreno
Especial para Escritores Rebeldes

Existen historias que nacen desde el amor, otras, por el contrario, ven su origen en el dolor y existen unas más cuyo génesis es el agradecimiento. “Sendero de fuego frio” escrito por uno de mis compinches eternos, Javier Barrera Lugo, concentra su nacimiento en las tres: amor, dolor y agradecimiento, rimas sueltas amarradas a historias de ayer presentes siempre, pluma guiada desde su genio y desde el apoyo siempre presente de su querida esposa y sus hijos, inspiración al ochenta por ciento, transpiración el resto. Nada tan difícil como crear desde cero, como parir un escrito o enfrentarse a una hoja en blanco, más plausible aún, si sumamos a esos temores, los quilombos propios de la cotidianidad. Pero ya es un hecho y ve la luz desde ahora.
Atrás quedaron los años del colegio, de los descansos y las “capadas de clase”, de su personalidad busca pleitos de aquellas nostalgias y los primeros descalabros del corazón; de las esquelas, los Yordanos y los Pelanas obsequiados (aunque no creo que haya sido tan ridículo como yo), a nuestras dulcineas de uniforme.
Picarepa, Bulevar Niza, Terraza…, lugares de las primeras aventuras etílicas, sal de frutas, juguito frio o agua de limón, compañeros burlones de esos amaneceres sin sol. El anillo de compromiso que me devolviera aquella niña entre lágrimas y minitecas, y que, por dolor y desesperanza deposité en sus manos para que buscara el mejor destino a ese tormento, creo que tampoco existe ya…, cuarenta años son todo. Mi querida flaca, mujer excepcional perteneciente al clan de mi camarada, aquella que llegó en el momento y el lugar que no nos era; sí, la misma a la que, sin intensión, pero consiente, hiciera daño y a quien tardé más de 15 años para pedir su perdón, la de espíritu libre, cabello oscuro y paciencia infinita, también se fue en el bus aquel de los jóvenes de entonces…, historias, familia, anécdotas…, siempre ahí, una vez seminaristas, siempre seminaristas.
¿Qué se necesita entonces para poder escribir?, vivir. Vivir y recordar. Siempre he pensado que, al transcurrir los años, solo nos va quedando un baúl llamado existencia, repleto de olvidos, recuerdos y nostalgias, un cofre personal e intransferible de momentos; unos buenos, otros no tanto, pero que forman el desglose de imágenes de una película que escribimos, dirigimos y editamos nosotros mismos.
Inpahu, el City, Canterbury…, el sol, la lluvia, la tormenta. Cata, la eterna filipina que nos abandonara un octubre ya lejano; la mona, Mi Mona (silencio, no suelo hablar de las amadas ausencias que siguen presentes), mutismo total desde donde se desprenden mil historias. Resplandores que llegaron, nos tocaron y se fueron. El agradecimiento llegó para él, mientras para mí, el dolor empieza.
Ana María, Anita; mi reconocimiento eterno por devolver alegrías…, amor, comprensión, apoyo e impulso. Tierra firme donde luego de utopías sin fin, pudo el confraterno sentar pie firme para concretar sus sueños…, esta obra, por ejemplo. Los niños, mil canas y desvelos que estoy seguro se pagan sin pesar.
Últimamente se aguan los ojos al escribir…, una partida de ojos verdes se atraviesa en la garganta, no sé si es malo o bueno, solo soy consciente que me aclara el alma, destila el corazón y limpia mis pensamientos y, ya con esa transparencia oscura, me atrevo a escribir sobre el idiota inútil que hoy nos regala parte de sus anhelos en un libro cargado de emociones y sentimientos. Gloria a ti noble claustro grandioso, lugar de origen del que hoy publica, que este sea el primero de muchos y que sus aspiraciones lleguen siempre a buen puerto.
Termino aquí, mi odioso vicio por fumar me llama (Javi lo dejó ya hace mucho tiempo), creo que leí tanto sobre el peligro de fumar, que dejé de leer. La lluvia de octubre aparece de nuevo, para inundar mis congojas y para florecer sus letras.
AUTOR: FERNANDO VANEGAS MORENO (COLOMBIA)
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Fernando Vanegas Moreno, Nació en Bogotá (Colombia). Periodista egresado de la Universidad Los Libertadores. Escritor y consumado estudioso de la historia de Colombia. Fundador de la Revista Literadura. Asesor y colaborador permanente del Blog Idiota Inútil y de Escritores Rebeldes.
