En las estribaciones de la cordillera oriental y como sumergido entre montañas se halla un pueblo pujante con gente honrada, trabajadora, amable y con el encanto de hermosas mujeres, su nombre es Rio de Oro.
En ese bello paraíso vivía una linda y hermosa joven llamada Victoria, su nombre significa éxito, triunfo y beldad. Tenía 15 años cumplidos cuando conoció a un joven y apuesto galán, trabajador, callado, romántico y varonil, de escasos 20 años, llamado Roberto.
Victoria era hija del Señor Antonio Barbosa y la señora María Josefa Uribe, ( Chefa, como todo el mundo la conocía) quienes tenían una especie de almacén o tienda donde vendían desde telas finas hasta verduras y frutas.
Eran cinco hijas las nacidas en ese sagrado matrimonio. Ellas tenían prohibido atender o estar en la tienda, deberían siempre estar dentro de su casa y por ningún motivo entablar conversación con hombre alguno.
En cierta ocasión en que Victoria entró a la tienda para entregarle el desayuno a su madre, conoció a Roberto. Ella tímidamente lo miró a los ojos y sus miradas se entrelazaron y en ese instante quedaron totalmente enamorados. Ella en silencio colocó el desayuno sobre una mesa y dando la vuelta para regresar volvió su mirada hacia Roberto y éste estaba totalmente hechizado con la belleza de esa hermosa y bella joven, no podía dejar de mirarla. Victoria se sonrojó e hizo una mueca como de sonrisa y desapareció por la puerta.
Victoria, en todo el día pensó en ese joven y apuesto muchacho que había conocido en esa mañana.
Roberto averiguó todo sobre ella, se enteró de todos los detalles de su corta vida y también de que su padre era un hombre muy temido y respetado . No se intimidó y se propuso conquistar a esa soñada y maravillosa mujer. Sería su amada esposa y la madre de sus futuros hijos.
En las horas de la noche Victoria se atrevió a preguntarle a su madre por el apuesto joven.
Su madre le respondió que su nombre era Roberto, que venía del vecino municipio de Aguachica, que su padre era Don Miguel Ángel Álvarez, que el joven Roberto quedó huérfano de madre siendo un niño todavía, que Don Miguel no habia vuelto a casarse, que se dedicó a sus hijitos y a su negocio ya que él era un renombrado farmacéutico. También le dijo que sentía admiración y lastima por Roberto porque no tenía mamá y que a pesar de eso era un hombre responsable y trabajador no obstante su corta edad. Victoria se sintió satisfecha con todo lo que su madre le contó.
A partir de ese día Victoria no dejaba de pensar en ese muchacho. Pero el amor en esos tiempos era muy difícil. Las jóvenes no salían solas de su casa, no podían tener ningún tipo de roce con hombre alguno, quien se atrevía a desobedecer era cruelmente castigado. Las amistades eran muy pocas y solamente mujeres.
Sin embargo, Victoria deseaba poder verlo de nuevo. Ahora deseaba salir con sus hermanas y buscaba la ocasión para acompañarlas.
Así de a poco fueron encontrándose en la calle donde solo sus miradas se cruzaban desde lejos.
En cierta ocasión hubo una fiesta en Aguachica y las jóvenes Barbosa junto con muchas compañeras fueron invitadas al evento. El transporte era en camión y como eran tantos viajantes, hubo necesidad de llevar dos de ellos. Un carro transportador era del padre de Victoria; Don Antonio, y por supuesto, sus hijas viajarían con él junto a las otras jóvenes, el otro transporte era conducido por Roberto pues él era conductor contratado para ese servicio y los hombres viajarían allí. En las horas de la madrugada todos emprendieron el viaje rumbo a Aguachica.
Luego de dos horas de viaje (de las 3 o 4 que tomaría el trayecto), se detienen para descansar un poco y estirar las piernas.
Victoria en compañía de unas amigas se dirigió a una pequeña tienda para tomar gaseosa. Al cabo de unos minutos Roberto también entró a la tienda y mirando fijamente a Victoria ofreció pagar por sus refrescos, ella le devolvió una cálida mirada, pero no aceptó el ofrecimiento. Sentia temor de que su padre se enterara, así que muy gentilmente le da las gracias y deja el establecimiento. El viaje continúa y ella piensa en la amabilidad de Roberto.
En la fiesta disfrutan de la cordialidad de las personas y el excelente servicio ofrecido por los anfitriones de la fiesta. Victoria y Roberto no pueden acercarse el uno al otro, la prohibición de su padre retumba en su mente a cada instante. Sin embargo, las palabras de amor viajan en el aire a través de esas miradas fugaces que se lanzan en conjunto.
El viaje de regreso no tuvo ninguna parada y muy pronto estuvieron en sus casas.
A partir de ese día donde se encontraban se saludaban, de lejos, siempre de lejos.
Pasaron varios meses hasta que Roberto averiguó cual hombre entraba en esa casa. Así se enteró que habia un joven de escasos 12 años al que le llamaban Lalo, quien era la mano derecha de Don Antonio y la señora Chefa. Roberto lo buscó y habló con él para que por favor le llevara sus cartas hablando de amor a Victoria. Lalo se asustó muchísimo pues el miedo y el respeto que le tenía a Don Antonio era mucho. Roberto poco a poco lo convenció y así le envió a Victoria su primera carta de amor.
Él le expresaba lo hermosa que era ella, que no podía dejar de pensar en sus ojos, en su sonrisa, en lo maravillosa que era como mujer. Que hasta su nombre “Victoria” lo tenía encantado. Que sería el hombre más feliz de esta tierra sí, le permitiera ser su novio. Que estaría gustoso de pagar cualquier precio por tener su amor, que de día y noche la imaginaba junto a él por toda la vida.
Victoria leyó su carta, nunca pensó que algún hombre sintiera tanto por ella. Enjugo sus ojos y en un lugar lejano respondió la carta que de tanto amor hablaba. Respondió que sí. De ahí en adelante cartas venían y cartas iban todas a escondidas.
En cierta ocasión Don Antonio se enteró que a su hija Victoria alguien la estaba enamorando. Él llegó a su casa lleno de coraje y tomando a su hija Victoria la castigó severamente, fueron muchos los golpes que recibió, en su frágil cuerpo quedaron moretones por varios días. Ella no fue capaz de revelar el nombre de su pretendiente. Entonces su padre Don Antonio pensó que la mejor forma de alejarla de las cuestiones del amor, era llevándola a estudiar interna en un colegio de monjas. Así sucedió, fue llevada lejos de su casa y de su enamorado.
Entonces Roberto quien se habia enterado de que todo lo que se le entregaba a Victoria era meticulosamente revisado, se inventó una forma de escribirle sus cartas llenas de amor.
Empezó a escribirle bellas cartas de una forma original y particular, sus cartas solamente podrían leerse frente a un espejo, de otra forma eran letras juntas sin ningún sentido. Victoria disfrutaba leyendo tantas y tan bellas palabras dirigidas a ella.
Al terminar el año escolar Victoria regresaba a su casa. Allí recibió otra carta de su enamorado donde le decía que habían transcurrido dos años de noviazgo secreto y que ya era tiempo de pedir su mano para matrimonio, si ella estaba de acuerdo él buscaría padrinos para que lo acompañasen a hablar con sus padres. En ese momento Victoria quedó petrificada de miedo, no sabía que responder. Sus lágrimas corrieron por sus mejillas pensando que quizá su padre podría cometer alguna locura en su contra o en contra de su enamorado. Le dice a Lalo que le diga a Roberto que ella tiene que pensarlo bien. Que al día siguiente le enviaría su respuesta.
Toda la noche pensó y pensó. ¿Qué podría hacer?
Al despuntar el nuevo día ella ha tomado su decisión. Se casará y será supremamente feliz con su adorado Roberto. Le escribe la carta a su enamorado diciéndole que sí. Que podía pedir su mano, que buscara sus dos padrinos y que ella pediría a Dios para que se realizaran sus deseos.
Roberto, al recibir su respuesta se sintió el hombre más feliz del universo, no podía creer que al fin podría abrazar, besar, atender y complacer a su bella y joven Victoria. Juntos y felices estarían por siempre.
Dos días habían pasado cuando en las horas de la noche su madre la llamó, debía estar presente junto a sus padres, enamorado y padrinos para que ella dijera que sí. No se acobardó, vio a su galán tan feliz que de inmediato supo que sería la esposa de Roberto. Su padre como ella tanto temía estaba tranquilo, su madre también.
Hablaron de la boda que se realizaría el día 11 del mes de febrero del año 1.950
Así llegó el día tan esperado y ansiado por los dos. fue un sábado día de la Virgen. A las diez de la mañana ella se acercó a la iglesia asida del brazo de su padre que tanto la amaba. Lucia radiante con su espléndido vestido largo, blanco, de cola y velillo que hacía resaltar muchísimo más su esbelta figura. Roberto un magnífico traje negro. Las familias de los novios estaban presentes y felices de ver por fin realizada la tan anhelada boda.
Roberto impaciente la esperaba en la iglesia. Sintiendo que su pecho puede reventar al ver a su novia acercarse a él.
Son muchas promesas de amor, fidelidad, respeto, lealtad.
Colocaron sus anillos con la bendición de dios y el sacerdote dice la frase final ¨ Puede besar a la novia´. Todos los presentes aplaudieron su unión.
Terminada la ceremonia, emprendieron viaje hacia Aguachica, allí se realizaría la fiesta en la casa de Don Miguel Ángel. Fueron tres días de baile, música y comida. Durante ese tiempo Roberto y Victoria se dedicaron a atender a todos sus invitados. Luego los acompañantes regresaron a Río de Oro y los recién casados quedaron en la casa de Don Miguel donde les habían preparado una magnifica habitación para su luna de miel.
Tres días más fueron necesarios para llevar a cabo la culminación marital.
En su idílico amor reino la consideración, el respeto, la cooperación.
Vivieron felices por 20 años engendrando 15 maravillosos hijos.
AUTORA: AMPARO ÁLVAREZ. TOTY (COLOMBIA)
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Amparo Álvarez – Toty, colombiana, nacida en Río de Oro departamento del Cesar. Hija de Roberto Álvarez y Victoria Barbosa. Egresada de la Universidad Francisco de Paula Santander, seccional Ocaña. Licenciada en educación Básica con énfasis en Humanidades y lengua castellana. Casada a la edad de 18 años. Tengo escritos cuentos, poemas y relatos, la mayoría basados en anécdotas vividas.