Antes de nosotros, existieron creadores que se jugaron la piel por la belleza y son eternos… ¡Conócelos!
La Escritora Rebelde en la inmortalidad del día es:
Poeta chilena, Gabriela Mistral, cuyo verdadero nombre era Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, es considerada como una de las más grandes autoras en castellano del siglo XX, llegando a ser galardonada en 1945 con el Premio Nobel de Literatura.
Mistral trabajó como profesora ayudante durante varios años hasta que logró convalidar sus conocimientos y alcanzar el título de Profesora de Estado. Posteriormente, una de las labores más importantes de Mistral fue la reforma del sistema educativo chileno, que hoy en día todavía es utilizado como base. A lo largo de su carrera impartió clases en varias universidades y vivió en México, Estados Unidos y Europa, donde trabajó para la Sociedad de Naciones. Durante estos años, Mistral fue cónsul diplomática en varios países.
En lo literario, Mistral destacó principalmente por su poesía, con poemas tan importantes como Desolación, siendo traducida a numerosos idiomas y convirtiéndose en una clara influencia en toda una generación posterior de autores latinoamericanos. De entre su obra habría que destacar, además de la ya mencionada Desolación, títulos como Ternura, Nubes blancas, Los sonetos de la muerte o Lagar, entre otros.
En 1945 le fue otorgado el máximo galardón de las letras mundiales, el Premio Nobel de Literatura. Poco tiempo después se instalaría en Estados Unidos de manera casi permanente junto a la escritora Doris Dana, la cual llevó a cabo una gran labor de documentación sobre los últimos años de la autora chilena.
AL LLEGAR LA MEDIANOCHE…
Al llegar la medianoche
y al romper en llanto el Niño,
las cien bestias despertaron
y el establo se hizo vivo.
Y se fueron acercando,
y alargaron hasta el Niño
los cien cuellos anhelantes
como un bosque sacudido.
Bajó un buey su aliento al rostro
y se lo exhaló sin ruido,
y sus ojos fueron tiernos
como llenos de rocío.
Una oveja lo frotaba,
contra su vellón suavísimo,
y las manos le lamían,
en cuclillas, dos cabritos…
Las paredes del establo
se cubrieron sin sentirlo
de faisanes, y de ocas,
y de gallos, y de mirlos.
Los faisanes descendieron
y pasaban sobre el Niño
la gran cola de colores;
y las ocas de anchos picos,
arreglábanle las pajas;
y el enjambre de los mirlos
era un velo palpitante
sobre del recién nacido…
Y la Virgen, entre cuernos
y resuellos blanquecinos,
trastocada iba y venía
sin poder coger al Niño.
Y José llegaba riendo
a acudir a la sin tino.
Y era como bosque al viento
el establo conmovido…
AUTORA: GABRIELA MISTRAL (CHILE)
FUENTE – AGRADECIMIENTO
Lecturalia – Biografía Gabriela Mistral

Equipo Escritores Rebeldes