Tenía más o menos dieciséis años cuando se desató una guerra; a los dos años, el viejo me mandó a esa disputa para hacerle frente a los problemas del país. No hubo tiempo siquiera de recibir la bendición de mi madre. Fue así como me marché. Los azules, por un lado y mi bando el rojo por el otro. Al llegar a la frontera con Ecuador me fijé que muchos éramos jóvenes y lógicamente campesinos, pero eso ya no importaba. Toca atacar o morir.
-Toma esta arma muchacho, una vez mires un azul, suéltale el gatillo – me dijo un viejo corpulento con un pañuelo rojo en la frente mientras sonreía con un cigarro en los labios.
No tuve más opción que apreciar la vieja arma mientras pensaba en los míos, en regresar tal vez a casa escapando de noche; pero es que realmente era peor una vez estando en el monte intentar salir. No sabría cual suerte me arroparía.
Al siguiente día nos despertó un estruendo cerca donde campábamos. Muchos lloraban, otros gritaban y yo no tuve más opción que correr a una trinchera. Intenté huir para llegar a mi casa, pero recordé que estaba a cientos de kilómetros de selva y en medio de la nada.
-Corre muchacho – me decía el viejo del pañuelo rojo mientras sus brazos cortaban unos hombres vestidos de militares.
-Claro que huir es la única opción de salvarme – dije mientras corría rápido en medio de las ramadas.
Así fueron transcurriendo mil días, intercambiando puñales, machetazos y balas por todo el país entre rojos y azules. Unos de los pocos que sobrevivimos, lo hicimos porque mantuvimos la tranquilidad de los cuervos y, muchos bajo la circunstancia de no tener alas. Pues sus brazos fueron cortados.
-Yo intenté huir miles de veces, pero también me dejaron sin alas para lograrlo. Los azules siempre fueron mayoría frente a los nuestros. Ahora me encuentro sin brazos tratando de sobrevivir.
AUTOR: FRANKLIN ARISTIZÁBAL YUSTES (COLOMBIA)
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FRANKLIN ARISTIZÁBAL YUSTES, Nacido en Florencia Caquetá, Colombia el 21 de enero de 1994. Profesional en Ciencias Sociales, egresado de la Universidad de la Amazonia. Desde que estaba en la institución educativa La Salle de su ciudad natal, mostró gran pasión por la escritura apoyando en varias ocasiones el periódico El Futuro de este claustro educativo. Ha sido partícipe de varias antologías entre poesía y cuento infantil; destacándose en Editoriales colombianas, tales como Komala Ediciones y Mi máquina de Escribir.
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