La Tierra había sido devastada por una guerra nuclear, dejando a la humanidad reducida a pequeñas comunidades aisladas que luchaban por sobrevivir en un paisaje desolado y peligroso. Las ciudades que antes eran grandes urbes metropolitanas que bullían tecnología y personas eran ahora ruinas, y los pocos que sobrevivían se refugiaban en búnkeres subterráneos. Pero una nueva amenaza surgió entre las sombras: una raza alienígena conocida como los Invadid, con la habilidad de poseer cuerpos humanos y controlar sus mentes. Kristina, una joven sobreviviente, había crecido en uno de estos refugios subterráneos, protegida de los horrores del mundo exterior. La vida en el refugio era monótona pero segura, una rutina constante de tareas y mantenimiento que les permitía seguir adelante. Sin embargo, todo cambió cuando una expedición del refugio descubrió una nave espacial estrellada y enterrada entre las cenizas del invierno nuclear sedimentadas en la tierra, cerca de su ubicación. La nave, dañada pero intacta, representaba una oportunidad y un riesgo a la vez. Kristina fue seleccionada para formar parte del equipo de exploración debido a su habilidad nata con la tecnología. Al llegar a la nave, encontraron a Kam, un extraterrestre herido y desorientado que había perdido su memoria. Kam era calvo, piel gris, frente con protuberancias y vestimenta extraña, poseía conocimientos avanzados sobre tecnología y ciencia, conocimientos que podrían cambiar el destino de la humanidad, pero también era portador de un secreto que lo convertía en un objetivo prioritario para los Invadid.
Kam, recuperando poco a poco fragmentos de su memoria, reveló que había estado buscando un lugar conocido como «El Último Refugio», una ciudadela protegida por antiguas defensas tecnológicas y habitada por una comunidad diversa de sobrevivientes. Este refugio, según las leyendas, ofrecía seguridad y esperanza, un bastión final contra la oscuridad que se cernía sobre la Tierra.
El equipo de científicos que encontró la nave extraterrestre enterrada, estudió la tecnología con los planos y esquemas en tablets que revelaban la ubicación de este último refugio en la antigua tierra, pero que, sin embargo, debía ser un punto geográfico en particular localizado en alguna parte del planeta. Así, con la ayuda de Kam, Kristina y su grupo se embarcaron en una peligrosa travesía para encontrar El Último Refugio. En el camino, era inevitable encontrarse con criaturas mutantes, tribus primitivas que habían desarrollado una inmunidad ante la radiación y la constante amenaza de ser poseídos por los Invadid. Cada paso fuera del refugio subterráneo era un recordatorio de la vulnerabilidad de su existencia y del poder implacable de sus enemigos. Durante el viaje, Kristina y Kam desarrollaron una gran amistad, con la que Kam aprovechó aprender el idioma y la cultura de los humanos. Aunque, Kristina estaba inicialmente desconfiada, comenzó a ver en Kam no solo a un aliado indispensable sino también a un amigo. Kam, por su parte, encontraba en Kristina una razón para seguir luchando, una conexión que iba más allá de su misión inicial. A medida que compartían sus miedos y esperanzas, descubrían que tenían más en común de lo que imaginaban.
Sin embargo, los Invadid no estaban solo observando lo que ocurría. Eran implacables, y cada encuentro con ellos en la manera en que se apoderaban de algún miembro del equipo dejaba más claro que el tiempo se agotaba. Era una de las emboscadas más peligrosas, el grupo se vio obligado a huir dejando atrás a varios compañeros que ya no podían salvarse de las posesiones. La sensación de pérdida y la presión constante empezaban a pasar factura, pero también fortalecían su determinación de llegar al refugio. Después de semanas de viaje arduo con sus peligros, llegaron a la ubicación que Kam recordaba. Ante ellos se erigía El Último Refugio, una ciudadela con aspecto de parecer parte de una antigua civilización, protegida por defensas tecnológicas que parecían funcionar contra todo pronóstico. La comunidad dentro del refugio era diversa, formada por sobrevivientes de todas partes que habían encontrado su camino hasta este bastión.
Al ingresar, Kristina y Kam descubrieron la verdad sobre los Invadid y la conexión entre Kam y la humanidad. Los Invadid no eran simplemente invasores; eran una antigua inteligencia extraterrestre que había intentado coexistir con los humanos antes de la guerra nuclear. Kam era uno de los últimos de su especie que había jurado proteger a los humanos y ayudarles a reconstruir su mundo.
La resistencia final contra los Invadid fue feroz y decisiva. Los seres humanos y los diversos refugiados no iban a entregar sus cuerpos y conciencias tan fácilmente. Utilizando los conocimientos avanzados de Kam y la tecnología del refugio, la comunidad logró repeler exitosamente la invasión. Kristina, liderando a los defensores junto a Kam, mostraron una valentía y determinación que inspiraron la admiración de todos. De esta manera, Kam renuncia a la revelación que tuvo y a la esperanza de regresar a su mundo, debido a que la humanidad, avanzada tecnológicamente en su propio refugio, no contaba con naves espaciales.
Con los Invadid derrotados, la comunidad de El Último Refugio comenzó la ardua tarea de reconstruir el mundo. Las antiguas defensas tecnológicas se convirtieron en herramientas para el renacimiento de la civilización.
Kristina, mirando el horizonte desde las murallas del refugio, reflexionaba sobre el viaje que los había traído hasta allí. Recordaba las luchas, las pérdidas y las victorias que habían compartido. Kam, a su lado, sonreía al ver a los niños jugar en los campos seguros.
AUTOR: FRANCISCO ARAYA PIZARRO (CHILE)
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Francisco Araya Pizarro. Nacido en 1977 en Santiago de Chile, Artista Digital, Diseñador Gráfico Web, Asesor en Marketing Digital y Community Manager para empresas privadas y ONGs asesoras de las Naciones Unidas, Crítico de Arte, Cine, Literatura, además de Investigador. Y Escritor de Ciencia Ficción, donde en su blog comparte sus relatos cortos en: www.tumblr.com/franciscoarayapizarro