SERENDIPIA DOMINICAL – Columna de la escritora española Mónica Miquel Nieto – Encuéntrala cada domingo en el portal web (escritoresrebeldes.com) y en las redes sociales de Escritores Rebeldes.
SERENDIPIA DOMINICAL
OLVIDAR UNA VIDA
Por: Mónica Miquel Nieto (Barcelona – España)
Correo electrónico: mmiquelnieto@gmail.com
Olvidar una vida, no reconocer a tus seres queridos, mutar tu carácter y tu personalidad, perderse a uno mismo.

A pesar de todos los avances médicos que ha habido a lo largo de la historia, todavía existen algunas enfermedades neurodegenerativas incurables, como el temido Alzheimer, que tienen efectos devastadores.
El Alzheimer es la causa de, aproximadamente, un 70 por ciento de las demencias.
Se estima que unos 50 millones de personas viven con demencia, y está previsto que ese número llegue a triplicarse el año 2050 debido al envejecimiento de la población.
No deseo realizar una explicación médica de las causas, los síntomas y los posibles tratamientos que se prescriben hoy en día para intentar frenar o paliar los efectos de esta enfermedad. No poseo los conocimientos necesarios y no escribo esta columna con ese objetivo. Lo que me interesa aquí es que nos planteemos qué es lo que sucede con las personas que padecen Alzheimer o demencia y sus seres queridos.
Imaginad que os diagnostican esta enfermedad. Sabríais que vuestro destino iba a ser el de ir desapareciendo poco a poco, hasta olvidarlo todo, a vuestra familia, amigos, incluso vuestro propio nombre. En mi opinión, eso es como morir en vida. Cuando nuestro cerebro queda afectado y van muriendo neuronas, es como si nos fuéramos apagando o desconectando, del presente y del pasado. Gasta que no quedara nada, tan solo funciones vitales, insustanciales, que no dejan paso ni huella.
Conozco el caso, cercano, de la madre de una amiga. Es tan triste contemplar el deterioro paulatino de una madre, ver como va desapareciendo hasta solo ser un cuerpo hueco, piel y huesos, sin recuerdos.
Considero que se deberían destinar muchos más recursos para la investigación de las enfermedades neurodegenerativas. Ahora me viene a la mente el nombre de una novela de Cormac McCarthy, No es país para viejos, de cuyo argumento hicieron una película, en la que aparecen Javier Bardem, Tommy Lee Jones, Woody Harrelson, entre otros. No viene a cuento su argumento, pero sí pienso en su título. No es un país para viejos, no es un mundo para viejos. El problema del envejecimiento de la población es grave y se da en muchos países, como por ejemplo en España. Las personas del llamado primer mundo se independizan tarde y no siempre tienen la prioridad de formar. Hay quienes prefieren viajar o tener perros en lugar de criaturas, la mayoría, en cambio, sí lo desean, pero las dificultades económicas se lo impiden, o, al menos, no lo fomentan ni facilitan. Los gobiernos tampoco ayudan demasiado.
¿Qué podría facilitar que se frenara el envejecimiento de la población?
Mejores salarios, trabajos fijos, facilidades para adquirir vivienda de compra o alquiler en condiciones razonables, más ayudas a las familias con hijos menores a su cargo, posibilitar una buena conciliación familiar, gratuidad completa en la educación y actividades extraescolares… En resumen, políticas destinadas a las familias, para que pudieran superar los obstáculos a los que deben enfrentarse en nuestras sociedades actuales.
Pero, volviendo al tema que nos ocupa, temo encontrarme en un futuro con una mayoría de población envejecida y cargando todavía con enfermedades tan devastadoras como el Alzheimer. Estas enfermedades derrotan también a los cuidadores. Considero que existe muy poca ayuda a las personas dependientes y poco apoyo psicológico a sus cuidadores. Las ayudas a la dependencia o no llegan nunca, o llegan demasiado tarde. Este es un problema en el que los gobiernos deberían implicarse muy seriamente. Después de toda una vida, estas personas y los que las cuidan, se merecen un respeto y una atención sanitaria adecuada.
Yo solo espero que la situación mejore, en todos sus aspectos, a lo largo del tiempo y que no tengamos que vivirla, ni como enfermos, ni como cuidadores. No quiero imaginarme desapareciendo lentamente, olvidando mi vida, a mis seres queridos, dejando de ser yo.
Os confieso que, si ese fuera el caso, preferiría dejar de vivir, si es que me dejaran escoger. No quisiera ser una carga para mis seres queridos, un motivo de pesar y de tristeza, más aún, no siendo ya esa persona a la que habrían amado.
Mi deseo para el futuro sería que se encontrara la cura a ese tipo de enfermedades y que se aprobaran medidas para favorecer la creación de nuevas familias, para que este dejara de ser un país de viejos y la juventud diera paso a una renovación y una nueva esperanza surgiera en el horizonte.
Un renovado destino en el que, al menos, cuando te llegara la hora del último suspiro, fueras tú quien lo dieras, recordando quién eres y cómo ha sido tu paso por esta maravillosa vida.
Como dijo Gloria Pitzer, “Casi lo único que nos llega sin esfuerzo es la vejez.” Es por ello que tendremos que hacernos a la idea, dar gracias por haber tenido la suerte de haber alcanzado esa sabiduría que te da la edad y vivir nuestra vejez de la mejor forma posible.
Cierto es, este no es país para viejos, pero podría llegar a serlo, al menos, favorecer una mejor vejez, en mejores condiciones y ayudar a rejuvenecer la población con medidas destinadas a ello.
Acabemos con otra referencia relacionada con el séptimo arte, en este caso una frase que me encanta del cineasta Ingmar Bergman, que a sus 87 años, llegó a afirmar: “Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena”. Y así debe ser, si ninguna horrible enfermedad nos lo impide.
Disfrutemos de la etapa de la vejez, no todo son inconvenientes. Recordad, más sabe el diablo por viejo que por diablo. Incluso existen casos de personas que han encontrado al amor de su vida en su vejez. Nunca es tarde, si la dicha es buena.
Seamos viejitos, viejitos sabios y felices.
MÓNICA MIQUEL NIETO (BARCELONA – ESPAÑA)
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Mi nombre es Mónica Miquel Nieto, mujer de 53 años, residente en Barcelona, escritora y poetisa.
Toda mi vida he sido una lectora empedernida, de todo tipo de libros, pero sobre todo de novela histórica, novela fantástica y poesía.
De pequeña gané algunos certámenes literarios y ahí quedó todo. No he dejado de escribir nunca, pero no fue hasta el confinamiento causado por la pandemia de Covid-19, cuando decidí intentar publicar mis obras.
Escribí a algunas editoriales hasta que, finalmente, la Editorial Alvi Books confió en mis posibilidades y se arriesgó a publicar 5 de mis obras. Al ser una persona absolutamente desconocida, es algo que les agradeceré siempre.
Participo en algunos grupos literarios de Facebook y he publicado en algunas revistas (Escritores Rebeldes, Las Alas del Cóndor, CLIVAR, Netrazol Literary Magazine…).
He colaborado con algunos poemas en el canal de meditación de Youtube e Instagram Medita i Respira.
También se han escuchado mis poemas y fragmentos de mis obras en programas radiofónicos, como por ejemplo en La hora de la verdad de TuradioValencia.com, La Enamorada Radio o Radio Alfa Omega de Mexico.
Mi intención es darme a conocer y conseguir lectores para mis obras publicadas. Hay una sexta obra en proyecto.
No dejaré de escribir, porque para mí el hecho de hacerlo, es tanto una necesidad como un placer.