Largas horas frente a un fogón de leña, sopla que sopla. Dalia alarga los labios para azuzar el alma del fuego con el que aún cuece coladas de maíz lechoso. Es una dama corpulenta, de mirada apacible, piel embriagadora, y exquisitas y bien trazadas posaderas. Odia los políticos, permanece con su camisón traslúcido de dormir que revela la ausencia del corsé y el claroscuro de sus pezones mirando provocadores hacia el horizonte.
Estas colinas campesinas de verde profundo se ven más adorables por eso. Aquellos labios estirados me abstraen y acaban con el fantasma de mis elucubraciones atroces. Arden los palos cruzados y los troncos roñosos se consumen.
Al son del crepitar de los maderos se retuercen las astillas. Los tizones despiden chispas y las llamas lamen el ímpetu de mis pasiones. Así es como me aguijonea el fuego del fogón mientras ella lo besa y lo hace arder. Y se va y lo deja ardiendo hasta requemar mis fantasías. Pero en ese ondear de llamas y en el vuelo de las pavesas renacen nuevos fuegos. Ella regresa de la huerta y los rescoldos se siguen insinuando en sus ojos. Yo no hago más que encenizarme en contemplación.
En el alma del fogón ennegrecen las penas. Leños que siguen ardiendo y fogonazos que escapan al cielo una y otra vez hasta encandilar estrellas y luceros. Chispas, destellos y cenizas que quieren espantar los fiascos incansables de mis días. Y, en efecto, hace que escapen por entre las cortinas de la fumarada. La noche está en su mejor momento.
El fogón está atrincherado en el pináculo del cerro. Al lado colgué mi hamaca para extenderme y para entreabrir estúpidamente la boca mientras contemplo el resplandor infinito de las brasas. La humareda se eleva en remolinos y se dispersa entre los copos de los árboles por donde se va derritiendo. En medio de ese rechinar de astillas, se pasean orondos los aromas de café y el sabor de la caña. La vida en el campo encandila. Todas las hojas se pasman ante la mirada matadora de la corpulenta. Los pájaros no vuelan por mirar a Dalia sin corpiño. Y ella los miraba como si fuesen lo mejor. Yo, fantasioso, me cuelgo detrás de los pájaros.
AUTOR: JOSÉ LUIS RENDÓN (COLOMBIA)
© DERECHOS RESERVADOS AUTOR (A)
José Luís Rendón C. Nació en el Municipio de Argelia (Antioquia) – Colombia. Titulado como Profesional en Comunicación Social. Ha sido corresponsal de prensa alternativa independiente, cronista, periodista y locutor de radio. Cuentos: LEOCADIA, obra ganadora del primer puesto del concurso de cuento “Carrasquilla Íntimo” convocado por El Colegio de Jueces y Fiscales del departamento de Antioquia-Colombia y publicado en la revista Berbiquí. Cuento: EL MONSTRUO DE LA PLATANERA (inédito).
Email: al.paraiso56@gmail.com
Facebook: José Montañero