Eran las nueve y media de la noche, más o menos, según recuerdo, un 31 de octubre; estábamos a oscuras pues se había ido la luz
Estábamos por las calles esa noche; las hermanitas Hernández: Sandra y Paola; acompañadas de sus primas Lilian, Marisela y Rosa Helena. Todas lucían sus disfraces, los cuales como todos los años les había diseñado la abuela.
Está vez, Sandra era la India Catalina, Paola era una princesa árabe, Lilian una mariposa, y la pequeña Marisela un angelito. Rosa Helena era toda una rumbera. Iban felices con sus disfraces acompañadas por la tía Chavela, quien les patrocinaba todos sus festines.
Habían recorrido ya varias calles y traían sus canastas llenas de dulces. Para terminar la celebración iban rumbo a una fiesta que el barrio organizaba y donde ellas por sus bailes generalmente algún premio se llevaban,
En el trayecto, de pronto, se encontraron un señor que les dijo:
-vengan, vengan niñas lindas que les voy a regalar muchos dulces que acá tengo.
La tía Chavela adelantándose le respondió al señor:
-no se preocupe señor, ya vamos de regreso y ellas tienen ya muchos dulces. Mejor regáleselos a otros niños por favor
Chavela, sintió su cuerpo inmóvil y no podía caminar, y su lengua no podía pronunciar palabra alguna. Intento mover la cabeza pero no pudo hacerlo. Mientras tanto las niñas siguieron caminando sin percatarse de lo que sucedía
El señor grito a las niñas invitándolas nuevamente:
-miren, mi casa está allá enfrente, solo espérenme acá afuera mientras yo les traigo los dulces
Entonces la niña mayor tomo la palabra y dijo:
-no señor, nosotras no podemos ir, vamos camino a la fiesta.
El hombre insistió – pero, si la fiesta aún no comienza, y miren, ya estamos en el frente de mi casa.
Y era cierto, sin darse cuenta en qué momento, ni como, estaban al frente de esa casa, allí estaba también la tia Chavela inmóvil. La niña mayor, al ver lo raro de la situación, agarro a las demás y les dijo con mucha autoridad:
-bueno chicas tómense de las manos duro y no se suelten hasta que yo les diga, ¿ok?
Aquel hombre misterioso seguía señalando hacia la casa y ellas antes de partir vieron en la entrada a una niña de aspecto muy desagradable. Ella las observaba fijamente con una mirada estremecedora. De pronto les hablo con una voz escalofriante exclamando:
-no se coman esos dulces porque están preparados con hechizos de muerte y si se los comen morirán hoy mismo – ¡entendido! –
Las niñas quedaron mudas, congeladas en el tiempo.
El señor nuevamente apareció trayendo consigo una gran bolsa de dulces. La niña mayor reacciono y dijo:
-muchas gracias, ya nos vamos – recibiendo la bolsa del extraño hombre
La mayor dijo a las demás – ¡rapidito dijo cangrejito! ¡Vámonos! – Y caminaban muy rápido sin soltarse y sin percatarse que faltaba la tia Chavela. Caminaron hasta que por fin se alejaron de aquel lugar.
Llegaron a donde vivían y no encontraron a nadie en casa. Entraron a la terraza e inmediatamente tiraron la bolsa de dulces al suelo y al examinarlas la mayor exclamo:
-nadie puede comerlos
la pequeña pregunto: – ¿Por qué? ella le contestó -porque están hechizados, si los comemos nos morimos!
La mayor los observo y se dió cuenta que todos los dulces tenían dibujos muy extraños y feos: arañas, pezuñas de gatos ,patas de cangrejo, orejas de burro, lenguas de serpientes, etc.
Ella añadió – esto es muy raro y esa niña que nos habló de un momento a otro, desapareció, ¿cierto?
Las niñas asistieron con la cabeza
En ese momento llego la abuela a quien le contaron lo sucedido. Entonces la abuela les pidió que trajeran todos los dulces para quemarlos. Y así fue, los arrojo al fuego donde se achicharraron dejando un olor muy desagradable
Luego, se fueron a buscar a la tía Chavela. La encontraron desmayada frente al lote que parecía estar donde habían visto esa extraña casa
Era ese sitio, pero ahora solo se veía un pastizal y una casa que estaba en ruinas. La tía Chavela despertó y contó todo lo que recordaba y la abuela dijo: -no cabe duda, ese señor era un hombre malo y quien sabe de qué las salvó esa niña que les hablo.
Desde ese día no fueron más a pedir dulces el 31 de octubre cuando ya estuviese oscuro.
AUTORA: GINA SOTO CARVAJAL (COLOMBIA)
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Gina Soto Carvajal. Nací el 04 de octubre de año 1969 en Bosconia, Departamento del Cesar, Colombia.
Creció en la ciudad de Cartagena (Bolívar), de dónde se considera hija adoptiva. Alegre y amante del romanticismo, escritora de cuentos infantiles y mucho más, madre de tres hijos y apasionada por la escritura.
En marzo de 2024 partición en la XVI Convocatoria Cuento Factor Literario donde resulto ganadora con su cuento El Tío Salomón y su Bigote de Brocha.
Muy. Hermosa esta. Parábola felicitaciones Gina soto Carvajal🍻💯🙏🙏❤️