Comienzo este cuento narrando lo acontecido al hermoso dios Morfeo, a quien se le atribuye la propiedad de hacer soñar.
Tenía unas características muy singulares en su aspecto “físico”: era corpulento, de ojos vivaces y oscuros como una noche sin estrellas, abundante cabello, un lunar en su mejilla derecha que lo distinguía de otros dioses del Olimpo. Su mano izquierda apoyada en el báculo de diamantes y a su lado su hermoso caballo alado llamado Ensueño, siempre dispuesto a ser montado solo por él.
Parece increíble o irónico que a Morfeo le ocurrió un lapsus-mensus y de repente sintió que se quedó “dormido”. Fue solo un instante, pero suficiente para irse al mundo de la malvada reina llamada Pesadilla, la que aprovechó este descuido para someterlo y jugarle una mala pasada, pero lo más desagradable para Morfeo era que esta se hallaba en compañía de Maligna, la dueña de las sombras, quien sentía apatía por él, porque en un tiempo pasado Morfeo la había enviado al lugar de la luz por lo que juró vengarse de él, claro que esta fue rescatada y traída por Satanás de nuevo al mundo de las sombras.
Entre Maligna y Pesadilla aprovecharon para despojar a Morfeo de sus vestimentas, de su báculo y fue en este momento en el que experimentó un gran desconcierto, porque se sintió casi humano e impotente al estar tirado en el piso de ese lugar, desnudo y sin fuerzas envuelto prácticamente en una pesadilla, y con la duda de si todo lo concerniente al sueño era realmente suyo o tendría alguien mas la potestad de controlarlo. Daba la impresión de encontrarse desesperado y esto hacía sonreír a sus dos malvadas enemigas, quienes lo miran con burla y se van del sitio dejándolo solo.
Con las pocas fuerzas que le quedaban, Morfeo comenzó a llamar a su amiga Dopamir, quien lo acompañaba en muchas ocasiones, su función era hacer dormir a aquellos que se les dificultaba conciliar el sueño; pero por más que la llamó, no obtuvo respuesta alguna.
Poco a poco Morfeo comenzó a calmarse y recordó que en ese lugar había una roca que hacía las veces de puerta, la cual estaba recubierta por una turmalina negra, y si la encontraba, podría salir de ahí. Comenzó a observar el lugar, y de
repente la vio al otro extremo de donde él se hallaba, se dijo para sí: “Puedo llegar fácilmente, se ve cerca”, aprovechando la ausencia de las dos malvadas, comenzó a arrastrarse por el piso lentamente, lo cual se le hizo eterno, pues allí no se maneja tiempo ni espacio; finalmente alcanza su objetivo, empuja con su mano derecha la roca y con aparente alegría sale del lugar.
Afuera está Dopamir, su amiga, acompañada por Ensueño, su caballo.
—¿Qué le ha sucedido?, lo he buscado por todas partes y mire como lo encuentro, ¡se ve muy mal! — expresó Dopamir tras mirar a Morfeo con asombro.
—Caí en el mundo de Pesadilla, quien, en compañía de Maligna, ha expropiado mis poderes y artilugios— replicó Morfeo.
—Lo entiendo, pero para recuperarlo todo, incluyendo su libertad de hacer soñar, debe volver a ese lugar y enfrentarse al mismísimo Satanás, someterse a un juego de palabras que el maligno prepara para derrotar a sus enemigos con el fin de dejarlos en el fuego del infierno, y le advierto que ha vencido a muchos—.
Exclamó Dopamir con una intensa seriedad —¡Ah! Y otra cosa, ha pasado mucho tiempo allá en la tierra desde que usted desapareció, hay caos, nadie duerme y por lógica nadie sueña, parecen pollos de engorde, solo trabajan y comen día y noche, entonces, actúe pronto y arregle esta situación que de una u otra forma usted causó.
No muy a gusto, Morfeo se devuelve al sitio aquel, y para su sorpresa, no solo están Pesadilla y Maligna, sino también Satanás.
—¡Vaya, vaya, que pronto volviste!, se ve que nos echabas de menos, me informan que te quedaste dormido, ¡increíble!, el dios del sueño y caer en él— Exclamó irónicamente Satanás al ver a Morfeo.
—Oye, no te burles, porque tú, siendo Satanás, también te diste en cierta ocasión una siestecita, ¿lo recuerdas?, y cuando despertaste tenías esos cuernos adornando tu frente, y no has podido deshacerte de ellos ni limándolos— Dijo Morfeo mirándole con desdén.
—No me tientes, porque me arrepiento y no te doy ninguna oportunidad para salir de aquí, y, además, ¡no me recuerdes lo que sucedió en el pasado! — Replica con ira Satanás y le da tremendo patadón a Morfeo.
—Con o sin tu oportunidad, lo recuperaré todo y saldré de aquí, ¡lo juro!
—Soy la oscuridad que envuelve al mundo y a muchos seres en su interior — Se ríe el maligno ser y comienza con su juego de palabras, advirtiéndole al dios que lo vencerá.
—Soy la luz eterna e infinita que abarca el universo— contesta Morfeo.
—Soy veneno mortal que acaba con la vida, no hay tregua, solo mortandad— continúa Satanás.
—Soy antídoto puro que otorga la vida, quitando los efectos mortales de cualquier veneno
—Soy peor que la pesadilla, hago vivir horrores a los seres que sueñan, provocando miedos, soy el mal— Replica Satanás comenzando a enfadarse.
—Soy los buenos sueños, que te llenan de alegrías y tranquilidad, soy el bien en todo su esplendor
—Soy el fuego arrasador y quelante que todo lo vuelve cenizas, desolación y ruinas, y ahora sé que no tendrás que contestarme— Grita enfurecido Satanás
—Te equivocas, soy el agua pura, que apaga hasta el fuego del infierno, vivificando la vida, haciendo crecer nuevas semillas— Responde Morfeo con calma absoluta.
Al decir esto, y como por arte de magia, desaparecen los tres malignos seres, Morfeo tras recuperar lo perdido, sale del lugar, donde lo esperan Dopamir y Ensueño, monta este su caballo y se dirige hacia la tierra a detener el caos en el que se hallaban los seres humanos, devolviendo así el orden natural a estos, quienes según sus pensamientos o preocupaciones volverían a tener sueños o pesadillas.
Esa noche en la que Morfeo regresó, todos durmieron plácidamente en sus brazos, tanto que llegaron tarde a sus labores, hubo otra vez tranquilidad en aquellos que consiguieron dormir naturalmente, y los que no, Dopamir se encargaba de que conciliaran el sueño con el uso de otros métodos, como si de doparlos se tratara.
Lo que si les digo con certeza es que al dios Morfeo jamás se le ocurrirá el volver a experimentar el quedarse dormido. Y así, termino este cuento.
*Basado en un capítulo de la serie de Netflix: Sandman.
AUTORA: CAROLINA ÁLVAREZ GUZMÁN (COLOMBIA)
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Carolina Álvarez Guzmán (1958) – Escritora colombiana, nacida en Medellín (Antioquia). Participo en la convocatoria «Échame un cuento» del Periódico Q’hubo en el año 2022.
Estoy emocionado y muy contento por ese cuento de Doña Carolina con : «El día que morfeo se quedó dormido». Para contárselo a los niños y también a adultos…
Gracias por compartirlo.
Veamos hasta dónde podemos llevar esto esta noche. – https://rb.gy/es66fc?BlilsWep