Instalarme de nuevo aquí, en esta colina de radiante sol de diciembre dirigiendo la mirada al horizonte, es como estar en medio de añoranzas convertidas en arte. Las señales de libertad en este lugar tienen que ver con arbolitos de tronquitos delgados de donde cuelgan esferitas de colores, con el bullicio de guacharacas, risotadas bajo el guayacán y los ladridos de Chinaski, mi perro. La coloración de los globos remontándose, no está en mi mente, es real. Acabo de despedir algunos y allá están muy altos en el cielo, casi que parados sobre las nubes. Tan bonitos que se ven. Al obscurecer, se convierten en calabacitas alumbradoras. Me imagino otras atmósferas donde hay trineos y carruseles, donde huele a pino y hay granjas completas de árboles de Navidad a los cuales les cae libremente la nieve. Y donde está Santa Claus preparando sus pasos sigilosos hacia otras almohadas. ¡Quién sabe con qué les irá a salir este año a los niños de allá! A los de aquí, caballitos de palo, tal vez. Probablemente les regale celulares, o hábitos bravucones, o mentes bien. No niego novenas, ni ovejitas de mentiras, ni fantasías en la casa de Papá Noel en el polo norte. Musgos, suéteres con estampados de alces, bastones de chocolate y lagos congelados resplandeciendo. Remolques afuera cargados de regalos y gente que sale para recibirlos con sonrisas alarmadas y dedos pulgares erguidos. Mordisquitos, helechos dorados y el cielo en bandeja de plata, se vuelven realidad. Toda una constelación de emociones. El frenesí en su punto. Algo Fascinante puede suceder aquí a cualquier hora del día o de la noche. Se tragan salivas y se dejan venir las tradiciones, las costumbres y los juegos, como el beso robado. Sujetar una mejilla y cerrar los labios es todo lo que hay que hacer para robarle un beso a quien se quiere. Farolitos cambiando de colores en las ventanas, buñuelos dando vueltas en la paila, leña seca que chispea y bengalas tronando. El tic toc en sus últimos minutos y los besuqueos pagando las consecuencias de un cuento rosa. Debe tenerse cuidado porque la Noche de Navidad y el Año Viejo son intimidantes y le hacen hechicerías a la gente. Les hace inventar sonrisas, tener pesadillas con encuentros y repartir promesas. Que el Año Nuevo brille con las estrellas que tenga que brillar. Que la Navidad robe besos a quien se los tenga que robar, que Papá Noel reparta los obsequios que quiera repartir, pero que no nos quedemos con las ilusiones estrenando ropa. El sol chispea incansable en esta colina. Sin siquiera correr la cortina se ve. Pareciera que en el cielo hubiera un pincel. Esto no es lo que tengo en mente. Es lo que estoy viendo. Es real. **
AUTOR: JOSÉ LUIS RENDÓN (COLOMBIA)
© DERECHOS RESERVADOS AUTOR (A)

José Luís Rendón C. Nació en el Municipio de Argelia (Antioquia) – Colombia. Titulado como Profesional en Comunicación Social. Ha sido corresponsal de prensa alternativa independiente, cronista, periodista y locutor de radio. Cuentos: LEOCADIA, obra ganadora del primer puesto del concurso de cuento “Carrasquilla Íntimo” convocado por El Colegio de Jueces y Fiscales del departamento de Antioquia-Colombia y publicado en la revista Berbiquí. Cuento: EL MONSTRUO DE LA PLATANERA (inédito).
Email: al.paraiso56@gmail.com
Facebook: José Montañero