Te conocí una fría noche, de esas en la que parece te vas a congelar, que se parece a un monstruo que planea devorarte en la oscuridad, pero entre todas las personas me miraste. Brillabas más que una estrella, tu sonrisa me atrapo, tus manos me dieron el calor que necesitaba. Anhelaba la noche para ir a aquella biblioteca y encontrarme contigo, cada noche era distinta, conocer cada parte de ti me hipnotizaba. Me enseñaste cosas que no conocía, eras como esa obra de arte en la cual cada parte me encantaba hasta las imperfecciones. Cada conversación, cada momento era como ir de paseo o leer un libro, no sabía con qué maravillosa experiencia me sorprenderías.
Era como descubrir un nuevo mundo, el cual no sabía que me esperaba, pero tome la decisión de entrar por aquella puerta, no lo niego sentía nervios porque no sabía que me podría encontrar del otro lado. Simplemente me arriesgué, cerré los ojos, me dijiste:
“confía en mí, nada malo te pasara, siempre te cuidare como a la joya más preciada”.
En momentos sentía nervios y a la vez asombro porque estaba haciendo cosas nuevas, las cuales estaba experimentando, pero debo admitir que el día en el que empecé a confiar en ti fue de los momentos más bonitos. Entonces la noche que me pediste ser tu novia fue de las mejores, sentía que el corazón se me iba a salir de tanta emoción, sentía el amor que tanto esperaba, fue maravilloso, pero pasaron 5 meses, y una tarde de esas que el cielo está hermoso, el tiempo se detuvo, cuando a las 4 de la tarde recibí aquel mensaje que me destruyó por completo:
“tenemos que hablar”.
Parecía un mensaje sencillo, pero imagine malas noticias, no me equivoque, esa noche en aquella biblioteca donde tocó comenzó, fue allí mismo donde todo terminó, unas cuantas palabras quebraron mi corazón, mis ojos se nublaron y mi alma pedía a gritos un abrazo.
Aquello que me partió por dentro decía:
“mereces algo mejor, no quiero seguir llenándote el corazón de falsas expectativas, cuando mi corazón ya pertenece a alguien más”.
Esas palabras retumbaron dentro de mí. Solo quería que el mundo se detuviera así podría darle un abrazo y demostrarle todo el amor que sentía por él. No escuche lo demás, mi corazón se detuvo por unos segundos, ninguna frase salía de mi boca y mis brazos aún estaban entrelazados a su alma, solo recuerdo que antes de irme le dije:
“siempre te llevare en mi corazón, recuerda que en momentos de caos aquí estaré para escucharte”.
De camino a casa no asimile nada, solo sentía como cada pedazo de mi alma caía, cada pedazo de mi corazón se hacía piedra, con cada paso mi garganta gritaba, mis pies solo querían correr hacia ti, sin mirar el reloj. Cuando llegué a casa mi familia me pregunto:
“¿estás bien?”.
Debido a la expresión quebradiza de mis ojos, pero mi boca un tanto perdida de la realidad responde:
“sí, estoy bien, solo es cansancio del día a día”.
Llegué a mi habitación para dormir, pero los recuerdos me agobiaban, mis ojos se convirtieron en ríos, mi pecho dolía demasiado, pero mi mente solo quería estar en sus brazos. A la mañana siguiente como era habitual me aliste para ir a trabajar, pero mire a mi alrededor y observé cada regalo que me habías dado, cada detalle que aún conservaba; tu olor, tu esencia. Siempre que los miraba no podía evitar tener esos recuerdos agridulces. Salí a la calle para no pensar más en ti, pero en cada hombre que miraba, me imaginaba que eras tú, era inevitable no pensarte, no sentirte cerca, ni hablar de las notificaciones del celular.
Extrañaba aquellos mensajes de “buenos días, amor”, “que tengas una excelente mañana corazón”. Las interminables llamadas contando cada detalle del día, era maravilloso conocer cada parte de ti, lo que te daba risa, lo que te causaba miedo, tus más grandes sueños e incluso tus pensamientos más oscuros. Poder descubrir esa parte de ti que solo existía si estábamos juntos. Cada día era difícil no pensarte, no extrañarte, no sentirte, era tanta la tristeza que a veces creía que todo era un sueño, solo quería despertar y poder abrazarte, y poder así sentir tu calor una vez más.
Fueron aquellos meses en los cuales conocí el amor verdadero, un amor sincero, sin mascaras donde todo era real, donde pensaba que este amor iba a fluir, pero lo que no sabía es que su alma y mente ya tenían preparado un camino. Un camino el cual desde hacía rato ya lo había planeado, y yo solo seguía construyendo ese “futuro” camino el cual pensaba que íbamos a recorrer juntos. Todo se desvaneció esa noche, observe mis manos y allí tenía el amor que había creado para él, después camine y llegue al cuarto oculto, era aquella puerta, que había indicado todo, tome la decisión de entrar, mis ojos volvieron a ser como un rio, cada noche entraba a aquella habitación, solo para recordarte e “imaginar” que aún estaba en tus brazos.
Cada que entraba en aquella habitación me llevaba a ese mágico bosque que había construido el cual contenía la fuente de tranquilidad, arboles de amor, el sol era como abrazos cálidos, la lluvia eran rosas para recordar cada día que habíamos pasado juntos, pero en aquel bosque uno de los lugares que más dolía visitar era el museo del amor, era un lugar especial. En aquel museo había cada recuerdo, cada palabra que se había dicho en esa bella relación, el museo está decorado con fotos, aprendizajes de cada uno, pero sin importar que rincón observara, simplemente dolía. Dolía ver cada parte del museo que falto por enseñarte, había construido un bello camino para los dos. Pero un día decidí no volver a entrar a aquella habitación con semejantes recuerdos. Cuando tome esa dolorosa, pero necesaria decisión, era difícil no pensarte, porque aún en las pequeñas cosas te encontraba, mi alma te pedía a gritos, mi niña interior necesitaba abrazarte y mi cabeza solo quería borrarte.
Pasados unos meses tome la decisión de volver a aquella habitación, para revisar como estaba el museo y el bosque encantado, pero me lleve una sorpresa al entrar. Los árboles se habían secado, el sol estaba apagado, la fuente se quedó sin amor, la lluvia de rosas ya no existía, cada paso que daba era ver un sueño desvanecerse, era como observar a la mariposa más hermosa morir lentamente.
Después de observar todo aquello, mis manos empezaron a temblar, en ese instante empezó a llover, al instante cayo un rayo, me apresure a visitar el museo de los recuerdos, pero ya era demasiado tarde. Los recuerdos estaban destruidos, las fotos se apagaron, cartas rotas, cada parte del bosque y del museo fue borrada. No quedaba nada, era como si mi más grande sueño cayera al piso y se derrumbara. De inmediato fui a la fuente de los sentimientos, al llegar observé el agua, estaba un poco turbia y su color se empezó a oscurecer, no soportaba el verte sonreír con alguien más, en otros brazo, en el corazón de otra persona. Al mirar ese momento sentía que me iba a desvanecer. En ese instante tomé la decisión de salir corriendo de aquel “lugar mágico”. De un momento a otro todo empezó a temblar, todo era un caos, caían rayos, y una lluvia intensa, todo a mi alrededor se iba se derrumbaba, pero no quería irme sin antes sacar la rosa del amor, aquella rosa que había florecido el día que nos conocimos.
Cuando pude salir de aquel lugar, vi como todo desapareció, pero al menos conservaba aquella rosa. Entonces tome la decisión de ponerla en un cristal, tal vez de esa manera podría permanecer vivoi por más tiempo ese amor que tanto había soñado. A la mañana siguiente después de ese evento tan desgarrador, aun en mi cabeza venían esos momentos. Después de salir del trabajo, tome la decisión de ir a leer un poco para despejar mi mente, al llegar allí el chico de la recepción me dice:
“Cesar ha venido en otro horario a leer”.
Al escuchar aquellas palabras volvieron a mí los recuerdos de aquella noche espantosa. Entonces fui a las estanterías a buscar entre tantos libros, algo que me permitiera regresar mi mente a la realidad. Pasaron horas y horas, y mi cabeza solo seguía pensando en aquel hombre.
Al día siguiente después de salir del trabajo, fui a casa a escribir una carta la cual decía:
“para mi amor verdadero, gracias por tu tiempo, gracias por tus sonrisas, gracias porque a través de ti conocí el amor verdadero, gracias por enseñarme lo bonito que es el mundo, solo espero que, si existe la reencarnación, pueda buscarte en la otra vida y hacer que este amor, sea eterno”.
Cuando Sara llego al trabajo de Cesar para entregarle la carta, él estaba hablando por teléfono con su novia, simplemente al observar tal escena, dejo la carta en la recepción y se fue.
Al llegar a casa sus manos temblaban, solo podía gritar de la ira que sentía. Mientras su alma anhelaba un abrazo de aquel hombre, su corazón se convertía en piedra, y en solo un instante dejo de llorar, dejo de sentir. Después fue al baño y desde ese momento entendió que jamás volvería a amar tan intensamente porque todo su ser aún le pertenecía a su amado.
AUTORA: ALEXANDRA GALLEGO ARIAS (COLOMBIA)
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Alexandra Gallego Arias, nació en Cali (Valle del Cauca), pero ha vivido la mayor parte de su vida en Buga (Valle del Cauca). Desde los 14 años escribe frases y versos. Ha tomado cursos de literatura y gramática e igualmente ha participado en diferentes convocatorias organizadas por editoriales mexicanas obteniendo diferentes reconocimientos entre ellos la publicación de se escrito «esquizofrenia» en el libro Laberintos de Locura I.