Los clientes del niño eran como él. Honrados, dignos y caballerosos, pero no era propiamente gente de mucha categoría. Sus días se le hacían más largos cuando eran pocas las frituras que vendía. Las preparaba su madre para que las ofreciera por monedas a la salida de misa o en la calle. Al infante le agradaba el silencio mañanero del meandro del camino donde lo encontré. El cerro hacía las veces de balcón verde de la ciudad, matizado por las montañas del horizonte. Mientras le hablaba se distraía mirando retraído la lejanía. –Esto está muy malo, responde Jhonatan cada que le preguntan por las ventas. Y muestra una cajita de cartón recortada que contiene empanadas y buñuelos. Nunca conoció a su padre, y Rosalbina, su mamá, solamente va a la cocina para preparar las empanadas que el niño sale a vender calzando tenis decolorados y suela rota. Ronda por calles y esquinas buscando una forma para empezar a vivir. Pequeño negociante a quien el duro azar lo obliga a olvidarse de “los pollitos dicen pío, pío, pío”. No es por hacer fiestas con esta zozobra humana, pero la exigua solidaridad no es suficiente cuando se retrasan y apedrean la dignidad humana por buñuelos y empanadas. A quemarropa tropecé con su destino y no resistí entonces mencionarlo aquí, más cuando después Jhonatan podría migrar hasta los voraces apetitos carnales de animales que hablan. La baja e implacable escala laboral, ha hecho que este chiquillo, en trance hacia la adolescencia, sacrifique de sus pueriles días los coros dulces de “luna, lunera, cascabelera”. Un remedo de vendedor que a duras penas descifra las letras del alfabeto y que la única oración completa que medio aprendió a leer es: “mi mamá ama a mi papá”. Sueña con ser –dotor de la gente, dice. Dramáticos días para arrancarle monedas a un mundo convulsionado y maniático del que va aprendiendo a interpretar contradicciones y extravagancias. Como aquella del estribillo de la canción infantil del poeta José Asunción Silva: “Aserrín, aserrán, los maderos de San Juan; piden pan, no les dan; piden vino y sí les dan”. Incitación para que el niño aplique el proverbio discotequero aquel de “no hay BAR que por bien no venga«
AUTOR: JOSÉ LUIS RENDÓN (COLOMBIA)
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José Luís Rendón C. Nació en el Municipio de Argelia (Antioquia) – Colombia. Titulado como Profesional en Comunicación Social. Ha sido corresponsal de prensa alternativa independiente, cronista, periodista y locutor de radio. Cuentos: LEOCADIA, obra ganadora del primer puesto del concurso de cuento “Carrasquilla Íntimo” convocado por El Colegio de Jueces y Fiscales del departamento de Antioquia-Colombia y publicado en la revista Berbiquí. Cuento: EL MONSTRUO DE LA PLATANERA (inédito).
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