Todas las mañanas frías sobre el parque central, Don Braulio solía orar y limpiar las candilejas viejas, esas que acompañaban el adorno de la ciudad. Mientras tanto, un buitre se acercaba para llenarlas de mugre y volverse a ir. El viejo Braulio no hacía más que pasar un trapo roto, junto a los ancianos que vivían cerca de aquella plaza, todo esto, para no perturbar la inocencia del viejo pueblo dejándolo al acecho.
El buitre siguió visitando el lugar a medida que el viejo Braulio se arrimaba, hasta al punto, que un día cansado no tuvo más opción al decirle:
-¡Porque no te largas de aquí¡ -Vienes haciendo daño ¿es que no lo ves? – dijo el viejo mientras limpiaba.
El buitre soltó una fuerte carcajada al tiempo que se limpiaba sus afiladas garras. Se marchó mientras veía de reojo al viejo.
El tiempo transcurría, el anciano seguía limpiando con su rastrillo una que otra vez el parque y las candilejas; sin saberlo, se topó con el Buitre que estaba a lo lejos observándolo.
-Te estaba esperando viejo gruñón- le dijo mientras lo miraba de manera desafiante.
-¿Qué quieres de mi pajarraco pervertido?- le respondió el anciano.
-Tu alma añeja parecida a una uva pasa, la quiero para mí – Le exclamó mientras se burlaba y como antes, se afilaba sus patas.
El viejo, se puso como un tomate de la furia tan perversa que sintió. El Buitre le decía una vez más.
-Quiero tu alma para mí. Es bueno que limpies el parque, ames tu ciudad – ¿ Pero a ti quien te ama? – ¿no vez que todo este tiempo estoy a la espera de tu muerte para acabar con cada pellejo de tu carne?
El viejo le sonrío mostrando los pocos dientes que sobre él quedaban:
-Nooo mijo, ya he matado miles de Buitres como tú, para que me vengas con tus malicias de cartón.
La disputa verbal entre ambos fue totalmente fuerte, que Braulio cayó en la plaza derrumbado debido a un paro cardiaco. El Buitre solo esperó que el cuerpo se descompusiera para adornarlo en medio de sus garras y sus patas hambrientas.
Así, fue haciendo con cada anciano, se postraba sobre las candilejas y una vez muertos los acechaba entre su pico y sus patas hasta acabarlos por completo.
AUTOR: FRANKLIN ARISTIZÁBAL YUSTES (COLOMBIA)
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FRANKLIN ARISTIZÁBAL YUSTES, Nacido en Florencia Caquetá, Colombia el 21 de enero de 1994. Profesional en Ciencias Sociales, egresado de la Universidad de la Amazonia. Desde que estaba en la institución educativa La Salle de su ciudad natal, mostró gran pasión por la escritura apoyando en varias ocasiones el periódico El Futuro de este claustro educativo. Ha sido partícipe de varias antologías entre poesía y cuento infantil; destacándose en Editoriales colombianas, tales como Komala Ediciones y Mi máquina de Escribir.
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