#AgüeroRebelde
CUENTO – LA PIEDRA ETERNA
POR: FRANCISCO ARAYA PIZARRO (CHILE)

En un rincón olvidado del universo, en el planeta Marduk, el viento susurraba historias de un poder más allá de la comprensión humana: el Corazón del Tiempo. Esta piedra mística, oculta en una caverna rodeada de selvas inexploradas, tenía la capacidad de alterar el tejido de la realidad. Sin embargo, no estaba desprotegida. Tenoch, un ermitaño de apariencia frágil, vivía en el corazón de ese inhóspito mundo, custodiando el Corazón del Tiempo durante siglos. A simple vista, Tenoch parecía un anciano común, de cuerpo encorvado y rostro surcado de arrugas, vestido con túnicas desgastadas por el tiempo y el clima del lugar. Sin embargo, en su interior fluía una energía dorada, una conexión inquebrantable con la piedra que le otorgaba la inmortalidad y un poder más allá de la imaginación. Su vida, dedicada a preservar este tesoro, estaba marcada por la soledad, aunque encontraba consuelo en la armonía de la naturaleza, las aves con plumajes multicolores, con cantos tan variados como los tonos de voz de un coro, y animales con sus corazones puros y sin malicia que lo rodeaban. Todo cambió un día en que una nave irrumpió en la atmósfera de Marduk, rompiendo la calma del planeta. A bordo, está la capitana Aelira Myrak, que, junto a su grupo de mercenarios, había llegado en busca de la piedra. Aelira no era una saqueadora común; llevaba consigo un dolor que nunca pudo superar. Había perdido a su familia en un accidente que creía haber podido evitar si hubiera tenido el poder de reescribir el pasado. Para ella, el Corazón del Tiempo tenía sentido más allá que la ambición y la codicia, era su última esperanza.
Cuando los saqueadores comenzaron su avance, cruzando la gruesa grama de la jungla al paso de cada golpe de machete y devastando con maquinaria pesada, Tenoch sale de su retiro… Con calma, observó desde las alturas cómo los intrusos se acercaban. Aunque evitaba el conflicto, entendía que debía actuar para proteger no solo la poderosa piedra, sino el equilibrio mismo del universo. Cuando el Tenoch se les comenzó a acercar a los mercenarios, descubrieron que su enemigo no era solo un anciano indefenso. Con un simple gesto, Tenoch canaliza la energía del Corazón del Tiempo, trastornando su percepción del tiempo y desarmando a varios de ellos sin ejercer violencia directa. Un aura dorada lo envolvía mientras su voz resonaba con calma y firmeza, advirtiéndoles que abandonaran el planeta para siempre. Pero Aelira no estaba dispuesta a dar un pie atrás. A medida que el grupo avanzaba hacia la caverna, Aelira y Tenoch se volvieron a encontrarse, el anciano repitió la misma advertencia, pero la tozudez de la mercenaria, la hizo actuar contra el anciano, encontrándose ambos en un duelo de voluntades. Ella, en un momento, intentaba justificar su ambición, hablando del dolor que la había motivado llegar hasta allí, mientras Tenoch le respondía con palabras con sabiduría, instándola a enfrentar sus heridas en lugar de usar el poder de la piedra para huir de su realidad.
Cuando llegaron a la cámara donde se encontraba la piedra, Aelira logra cruzar el umbral, donde encuentra a la vista el Corazón del Tiempo. Este brillaba con una luz hipnótica. La piedra parecía llamarla, alimentando su esperanza y su desesperación. Ignorando las advertencias de Tenoch, extendió su mano hacia el Corazón del Tiempo, sintiendo cómo su energía la envolvía.
Sin embargo, lo que parecía ser un momento de triunfo se convirtió en un caos inimaginable. Su deseo hizo que su conciencia viajara unos minutos antes de que su familia falleciera en aquel accidente. En ese momento, con mucha desesperación, advirtió a su familia que no saliera a aquel paseo para evitar el accidente fatídico que le hubiera arrebatado sus vidas. Al momento de tomar esa decisión, las figuras de sus seres queridos quedaron petrificadas en el tiempo y el espacio. En efecto, por alterar el pasado, Aelira desencadena una fractura en el tejido del tiempo El cielo se llenó de luces y sombras que parecían bailar al borde de la realidad.
En esa escena aparece Tenoch. Observa lo ocurrido, y entiende que debe actuar rápido. Canalizó toda la energía del Corazón del Tiempo a través de su propio ser para estabilizar la fractura. El anciano emitió un destello dorado que iluminó todo, y con él, el caos cesó. Cuando el brillo se desvaneció, Aelira se encontró sola frente al lugar donde antes descansaba la piedra. Tenoch había desaparecido. La capitana cae de rodillas, sintiendo un peso abrumador en su pecho. En las semanas siguientes, Aelira al ver que está sola en el planeta, sin la compañía del anciano, sin los mercenarios y sin la nave que la trajo, pide ayuda para salir del planeta; posteriormente, deja también su vida de saqueadora y buscó a su familia, esperando que la perturbación tiempo-espacial hubiera dejado viva a su familia, pero con meses de búsqueda, no la encontró. Se consoló con la idea de haber aprendido que el poder no podía llenar el vacío que llevaba en su interior. Hasta que, en un paseo por el parque, encuentra a su familia, viva, ella sorprendida queda anonadada, mientras su esposo y su hija la abrazan cálidamente.
Aunque el Corazón del Tiempo se había perdido para siempre, su lección permanecía viva. En el vasto universo, la desaparición de Tenoch dejó una huella que trascendió el tiempo.
AUTOR: FRANCISCO ARAYA PIZARRO (CHILE)
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Francisco Araya Pizarro. Nacido en 1977 en Santiago de Chile, Artista Digital, Diseñador Gráfico Web, Asesor en Marketing Digital y Community Manager para empresas privadas y ONGs asesoras de las Naciones Unidas, Crítico de Arte, Cine, Literatura, además de Investigador. Y Escritor de Ciencia Ficción, donde en su blog comparte sus relatos cortos en: www.tumblr.com/franciscoarayapizarro