SERENDIPIA DOMINICAL – Columna de la escritora española Mónica Miquel Nieto – Encuéntrala cada domingo en el portal web (escritoresrebeldes.com) y en las redes sociales de Escritores Rebeldes.
SERENDIPIA DOMINICAL
LA MUERTE DE LA CURIOSIDAD
Por: Mónica Miquel Nieto (Barcelona – España)
Correo electrónico: mmiquelnieto@gmail.com
Vivimos en una sociedad acelerada, donde la inmediatez es valorada en demasía. Nos bombardean con estímulos constantemente sin darnos apenas tiempo para procesarlos. Podemos obtener información de forma rápida y sencilla, sin apenas tener que esforzarnos para conseguirla y, aun así, pocos son los curiosos que conceden el valor que merece al conocimiento. ¿La curiosidad ha muerto?

El 68 % de la población española lee en su tiempo libre. De ellos, los jóvenes son el segmento de población que tiene más hábito lector, según el informe de los editores españoles y el Ministerio de Cultura, publicado en febrero de 2024.
No obstante, un tercio de la población continúa sin leer de forma habitual. Principalmente, acusan la falta de tiempo libre (44,3%), la preferencia por otros entretenimientos (31,1 %) y la falta de interés (29,7 %) como los principales motivos para no hacerlo. Solo el 1,6 % de la población que no lee lo hace por motivos de vista o salud.
Se comprobó que el número de lectores aumentó en la pandemia. También se percibe mayor número de mujeres lectoras. En cuanto al nivel de estudios, a mayor nivel académico, mayor número de lectores. Las comunidades con mayor densidad de población, con más jóvenes, son las que tienen mayor número de lectores.
Según estos datos, la población lee y eso es muy beneficioso. Lo que quiero dar a entender en esta columna no es que las personas lean menos que antes o que, debido al acceso a múltiples plataformas de series, películas o por el uso del móvil a todas horas, la gente haya dejado de leer. Afortunadamente, eso todavía no ha sucedido y las personas siguen leyendo. Lo que quiero denunciar es que, según mi opinión, las personas muestran, por lo general, menos curiosidad, en comparación con la que existía, por ejemplo, en la época de mi infancia. Por aquel entonces, los datos, las dudas, las respuestas a nuestras preguntas, debíamos buscarlas en diccionarios o enciclopedias u otros libros de divulgación científica. No era rápido ni fácil encontrar la información. Hoy en día, puedes mirar el móvil y buscarla en Internet o hablar con Alexa u Ok Google y la encuentran de forma automática. Además, con la llegada reciente de la Inteligencia Artificial, se abre ante nosotros un nuevo mundo de posibilidades casi infinitas.
Todo eso no servirá si no tenemos curiosidad. Quizás el hecho de tener tan fácil encontrarla hace que pierda parte de su magia, de su misterio. No sé, a lo mejor, todo forma parte de un proceso de cambio en el que estamos inmersos.
Yo jamás he perdido mi curiosidad ni mi capacidad de sorprenderme, de emocionarme con los nuevos descubrimientos y aprendizajes. Es algo maravilloso, un motivo de alegría y gozo. Mantengo la ilusión y no dejo de dar gracias por todas las maravillas que nos rodean. Tenemos la suerte de vivir en un planeta fabuloso. La naturaleza es nuestro hogar y es una fuente inagotable de vida y belleza. Sigo haciéndome mil preguntas y procuro encontrar respuestas. Uno de mis lemas es “Nunca te acostarás sin saber una cosa más”.
A mi alrededor, en cambio, suelo percibir desinterés y falta de curiosidad, al menos por las cosas que considero importantes e interesantes. Por ejemplo, un cotilleo sobre amoríos no me interesa demasiado. Percibo interés por cosas mundanas y carentes de importancia. Solo hay que echar un ojo a lo que triunfa en redes para darse cuenta de que lo insustancial y banal es lo que gusta. No entiendo esos intereses por cosas tan absurdas e inútiles, lo confieso. A mí me interesan otro tipo de cosas, esas que sí nos afectan a todos: preguntas sobre la naturaleza, sobre el ciclo de la vida, sobre personas relevantes a lo largo de la historia, ya sean científicas, artistas, escritores…
Será porque me hago mayor, o porque mi generación creció jugando en la calle, sin máquinitas ni móviles, sin sobresaturación de estímulos y con tiempo para aburrirnos y pensar.
A veces me siento muy distinta a las personas que me rodean, como si fuese un animalillo en peligro de extinción, pues nuestros intereses no suelen coincidir demasiado.
En esta columna desearía ensalzar la curiosidad. Seamos curiosos. Dejémonos sorprender por lo que nos rodea. Hagamos buenas preguntas, tengamos dudas, busquemos respuestas. No dejemos de aprender día a día. Aprovechemos nuestro paso por la Tierra para aprender todo lo que podamos. Lo que se conoce se valora y se ama. Aprendamos a valorar a nuestra madre naturaleza.
Agradezcamos la posibilidad de vivir y disfrutar de nuestro tiempo de la mejor manera posible.
Para mí sería un crimen vivir sin aprender, ¡qué tremendo desperdicio!
Seamos curiosos, por favor. Dicen que la curiosidad mató al gato, pero no somos gatos, somos humanos y, una de nuestras características es la de poseer inteligencia y sí, también la posibilidad de sentir curiosidad, que nos lleva a investigar, experimentar, hacer descubrimientos, aprender.
No dispondríamos de todos los avances tecnológicos actuales si no hubieran existido personas curiosas, los inventores, los genios, los sabios… La humanidad ha avanzado gracias a todos ellos, a su curiosidad, constancia, trabajo y empeño.
Para terminar, tan solo aconsejaros que intentéis no perder vuestra curiosidad con el paso de los años, vuestra ilusión por aprender cosas nuevas. Conservad la capacidad de asombro, emocionándoos con los nuevos descubrimientos. Leed, leed mucho y variado. Conoced al máximo vuestro entorno. Viajad si os es posible, no hace falta que sea lejos, pero sí cambiad de escenario a menudo. La vida es movimiento, es diversidad, es un aprendizaje constante.
Aprendemos durante toda nuestra existencia, de todo y de todos, de la familia, de las personas que se cruzan en nuestro camino, de las experiencias vitales.
Seamos un poco niños, no dejemos de sentir una inmensa curiosidad por todo lo que nos rodea. El saber no ocupa lugar pero nos enriquece como personas, nos enseña, nos ayuda a mejorar. Sigamos el camino del la curiosidad, el aprendizaje y la sabiduría, os aseguro que así seremos un poquito más sabios y mucho más felices.
MÓNICA MIQUEL NIETO (BARCELONA – ESPAÑA)
© DERECHOS RESERVADOS AUTORA

Mi nombre es Mónica Miquel Nieto, mujer de 53 años, residente en Barcelona, escritora y poetisa.
Toda mi vida he sido una lectora empedernida, de todo tipo de libros, pero sobre todo de novela histórica, novela fantástica y poesía.
De pequeña gané algunos certámenes literarios y ahí quedó todo. No he dejado de escribir nunca, pero no fue hasta el confinamiento causado por la pandemia de Covid-19, cuando decidí intentar publicar mis obras.
Escribí a algunas editoriales hasta que, finalmente, la Editorial Alvi Books confió en mis posibilidades y se arriesgó a publicar 5 de mis obras. Al ser una persona absolutamente desconocida, es algo que les agradeceré siempre.
Participo en algunos grupos literarios de Facebook y he publicado en algunas revistas (Escritores Rebeldes, Las Alas del Cóndor, CLIVAR, Netrazol Literary Magazine…).
He colaborado con algunos poemas en el canal de meditación de Youtube e Instagram Medita i Respira.
También se han escuchado mis poemas y fragmentos de mis obras en programas radiofónicos, como por ejemplo en La hora de la verdad de TuradioValencia.com, La Enamorada Radio o Radio Alfa Omega de Mexico.
Mi intención es darme a conocer y conseguir lectores para mis obras publicadas. Hay una sexta obra en proyecto.
No dejaré de escribir, porque para mí el hecho de hacerlo, es tanto una necesidad como un placer.