El G66 (Basado en la leyenda urbana de la Ruta de TransMilenio G66)

#TerrorRebelde
EL G66

(BASADO EN LA LEYENDA URBANA BOGOTANA DE LA RUTA DE TRANSMILENIO G66)
AUTOR: 
MUNEVAR (COLOMBIA)

En una noche lúgubre bogotana, fría y adornada con una resplandeciente luna caminaba Juan por la Calle 26. Su reloj marcaba las 2 am y afanosamente buscaba en sus bolsillos algo de dinero que le permitiera pagar el vehículo que lo llevara a casa. Vivía al suroccidente de la ciudad  desde hacía muchos años y trabajaba en una empresa de seguridad. Sus recuerdos eran retazos y su caminar lento y pesado. Se había reunido con amigos de la infancia en el Chorro para recordar viejos tiempos y el trago había hecho de las suyas ya que no tenía idea alguna de a que horas y en que momento la reunion se había terminado y más aun el porque caminaba solo sin saber que había sido de sus camaradas de farra.

Preocupado y sin saber cómo regresar, centro su mirada en una estación de TransMilenio – Centro Memoria – la cual estaba iluminada y dentro de ella tres siluetas esperando tomar el bus.

Golpe de suerte, musito – debe ser una jornada de Bogotá Despierta o por alguna otra situación a pesar de la hora el TransMilenio está en servicio. Sin importarle la razón sintió alivio ya que su problema de transporte estaba resuelto.

Como un suspiro llego al vagón con el deseo de que la espera por el anhelado bua no fuese mucha. Las tres siluetas que había observado desde afuera correspondían a una mujer con dos pequeños a los cuales sostenía de la mano. Como muestra de buena educación Juan les saludo – Buenas noches – dijo. No recibió respuesta alguna – Que confianza puede inspirar un borracho – se dijo así mismo, mientras de reojo miraba que uno de los niños tenia un osito de peluche totalmente chamuscado.

Juan sonrió al ver a lo lejos el titilante brillo de un bus que se acercaba. Deteniéndose abrió las puertas, el tablero lateral marcaba la ruta G66 – sintió más alivio aun ya que las rutas G terminaban su recorrido en el Portal del Sur dejándolo prácticamente en casa.

Los borrachos ven elefantes rosados, a mí me toco ver un TransMilenio morado, decía  mofándose del color del bus que estaba abordando – que juma la que llevo, no me quiero imaginar el guayabo – añadió.

La mamá, los pequeños y Juan eran los primeros pasajeros. Él se ubico hacia el centro del bus, tomando una de las tantas sillas vacías no si antes abrir una ventanas para permitir que el aire entrara para poder mitigar en algo el sueño y la borrachera.

El bus paro nuevamente en la estación Santa Isabel. Alli fue abordado por una joven. Juan sintió inquietud ya que su vestimenta era la de una colegiala. En sus manos llevaba un lazo enrollado – Viene de una fiesta de disfraces o es una dama de la noche que hace bailes temáticos – pensaba mientras la observaba con curiosidad.

El TransMilenio continuo su recorrido, acercándose ya a su destino. Paro nuevamente en la Estación del Perdomo, donde un hombre con casco de motocicleta puesto lo abordo- Juan se percató que el casco tenia la visera totalmente rota, sin embargo, al sentir un extraño afán de estar en casa Juan antes de que las puestas del bus se cerraran logro bajarse. Desde acá me queda más cerca en caso de que tenga que caminar – pensó.

Quiso buscar la salida de la estación no sin antes echar una ultima mirada al bus que lo había traído el cual continuaba siendo de color morado. Pesadamente el bus giro unos metros más adelante buscando la entrada del Portal del Sur pero pensando que los tragos continuaban haciendo su trabajo creyó ver que el bus se perdía en las entrañas del cementerio del Apogeo el cual queda en los límites del Portal.

El radio despertó a Juan. Su mamá sagradamente lo encendía todas las mañanas para iniciar sus labores. Juan yacía en su cuarto al cual no tenía idea como había llegado. Vestía aún la misma ropa, ni la pijama se había puesto… Quiso ir a abrazar a su mamá, más se detuvo ya que el celular de ella empezó a sonar. Lo tenía en su cuarto, Con el primer tinto de la mañana en la mano ella se fue a contestarlo

En la radio se escuchaban los titulares de las noticias con que el día se despertaba:

“…Noche trágica bogotana:

– En la localidad de Teusaquillo se Incendio un apartamento dejando tres muertos, una madre y sus dos pequeños hijos no pudieron ser rescatados a tiempo…

-Adolescente se suicida por pena de amor en el Barrio Santa Isabel – en su cuarto con un lazo acabo con su vida…

-En wl sector del Perdomo un motociclista pierde el control y se estrella fatalmente contra un poste…

-Noche de tragos termina en tragedia. En un bar del centro sin aparente razón alguna hombre mata a su mejor amigo al momento de pagar la cuenta…»

Las noticias, el grito de dolor de su mamá y la taza que se rompió al caer al piso hicieron saber a Juan que él se había bajado una estación antes de su destino final.

AUTOR: MUNEVAR (COLOMBIA)
© DERECHOS RESERVADOS AUTOR

NOTA: La ruta G66 es una leyenda urbana la cual describe una ruta de TransMilenio que pasa entre las 2 y 3 de la mañana. Mientras que algunos dicen que se detiene en la estación de la Avenida Jiménez para recoger pasajeros, otros señalan que realiza su parada inicial en cercanías de la estación Perdomo. Al parecer, se dirige al sur de la ciudad.

Unas pocas versiones de la historia popular alegan que además del horario poco habitual, esta ruta cuenta con otras particularidades que la hacen digna de su apodo, el ‘TransMilenio fantasma’. Por ejemplo, en vez de ser rojo, como normalmente están pintados los buses del sistema, este biarticulado llama la atención por su inusual color morado. Otros afirman que el bus deambula sin conductor y que adicional a esto quien tiene la mala fortuna de subirse a este bus no vuelve a aparecer jamas.

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