Pálido Velo; Onírico Rosa – (Acto Uno * Primera Parte)
verdaderamente inspiradora y cargada de sentimiento, una risa que dejó escuchar contra su oído antes de marcarlo con una leve mordida en el cuello.
Entonces detuvo esa mano que le obsequiaba tales momentos inexplicables e inesperados, y con un beso que proporcionó a sus labios y al área donde se alojaba su corazón, prosiguió a acariciar las pieles del rey mago que existía debajo de las ropas esperando por ser descubiertas por algún osado que pudiera indagar en él todos los secretos que pudiesen existir.
Se dio, que, mientras sus ojos se conectaban con los contrarios, de una manera sensual y genuina, comenzó a retirar aquellas prendas una a una, sólo la parte superior, haciéndose de las mismas de manera experta hasta develar aquel torso bañado en la desnudez que tocó con la punta de sus dedos con movimientos circulares, y recorrió de manera envolvente al punto de querer descubrir a través de la misma los rasgos más emblemáticos del pintor.
—Tu cuerpo, es un cuerpo hecho para pecar, de forma artística e imperecedera. —Dijo al tiempo que buscó con sus dedos un poco de la pintura de los frascos que se encontraban muy cerca de ellos, al hacerse hacia atrás levemente, atrapando el cielo, la tierra, el fuego y el sol en ellos, para después derramarlos con elegancia y provocación sobre esa piel salvaje de éste, y así repasarlos de forma ascendente por la línea de su vientre y abdomen, torso, hasta llegar al área que se expresaba su corazón a través de latidos, elaborando rastros de símbolos mágicos que simplemente adornarían a aquel ser de una forma inimaginable. Repasaba su anatomía con mucha precisión, delicadeza, aprendiendo las formas que poseía cada elemento que le componía. Hizo lo mismo con los brazos, recorriendo la belleza de los mismos con finas muestras de cortejo, hasta acabar en un área ascendente a su cuello, donde antes había dejado una mordida.
Hablaba entre susurros audibles, sólo para que ambos pudieran oírse al hablar, ahora volviendo a entrelazar sus miradas, mientras cubría el resto de su piel intocable con los dedos—¿Dime, mi apreciado y dulce mago, escondes tu secretos del alma en todo tu cuerpo? Porque de ser así, me gustaría descubrirlos todos, con el fuego que encierran en este momento mis dedos, y los matices que quiero dejarte impresos, para que me lleves siempre contigo a donde quiera que vayas. —Dejó un beso abrasador en su nariz y en sus labios. — Tiéntame, indícame cómo debo de, ¿o yo mismo podría tomar la iniciativa y mostrarte una nueva forma dulce?
*
Sus yemas se entumecían ante tanta suavidad, ante tanta entrega y su mirada se avivaba porque acompañaba esa acción como temiendo olvidar cada rincón de ese perfecto ser que se muestra de una manera. Aun no creía que tuviera tal dicha de aquel maravilloso ser sucumbiendo a sus «pinceladas» unas que busca perdure por micho tiempo en ese cuerpo, cuerpo que desea marcar de alguna manera, consiguiendo gracias a sus sedientos labios; labios abordados por besos cargados de un dulce fuego.
Esa voz, esos ojos, la constante insinuación, la dulzura de los movimientos que le saca suspiros; suspiros que fueron mayor ante la caricias que su piel ahora recibe y el pedido del ajeno.
P:
Su mirada se afianza en aquel rostro escuchando con atención tal pedido, se muerde los labios accediendo, imposible negarse a las caricias que van jalando ese fino hilo que mantiene su cordura.
Recibía las pinceladas de su ajeno, unas nunca imaginada y mostrándose tan puro ante una nueva experiencia, su piel reacciona tan sincera ante las maneras de ese baile, un baile que parecía de cortejo.
—Un templo donde la perdición puedes encontrar, no creo que mi ángel desee caer ahí a sabiendas que no podrá salir más…— soltó mientras un jadeo escapó por la mordida que recibe, sorpresiva le resultó.
— Mi alma ahora se encuentra rasgándole el cuerpo internamente al desear con desespero acariciar la suya…y si es tu deseo marcarme, hazlo de una manera donde la piedad no exista. — sus manos tomaron vida nuevamente acariciando esos costados que forman perfectas curvas hasta hundir sus dedos en esa espalda cubierta por un manto de suavidad que se enredaba entre su paso. —Ya estas tomando todo, la pregunta esta demás, muéstrame que es lo que anhelas descubrir…acá me tienes ahora, un lienzo puro. —
Continuara
Pálido Velo; Onírico Rosa – (Acto Dos * Primera Parte)
AUTORA: VANESSA SOSA (VENEZUELA)
© DERECHOS RESERVADOS AUTOR (A)

Vanessa Sosa. Mérida, Venezuela (1986). Historiadora del Arte (2018) egresada de la Universidad de Los Andes. Actualmente, ejerce como Docente en una institución. Es una escritora que se considera aprendiz y también autodidacta. Inició en el mundo de la escritura en el año de 2018 con pocos microcuentos y microrrelatos, que transformó después, en relatos más extensos. Se especializa en el género fantástico porque es el que más escribe, sin embargo, considera que hay mucho por mejorar.
Correo Electrónico: sosa.Children.Of.The.Elder.God@gmail.com
Instagram: sinfonia.universal8
X (Antiguo Twitter): @SinfonaUnivers1
Blog: elcantardelaimaginacion.blogspot.com